Con los fragmentos de esperas
en la dársena del puerto,
fabrico un barco sin velas
y floto haciéndome el muerto.
Con los trozos de botella,
después de la botadura,
hago un puzle de las huellas
que dejó el tiempo que dura.
Con los rescoldos del fuego
que va dejando mi ausencia,
hago cubitos de hielo
(en justa correspondencia).
Con la brisa que me toca
cuando ya no estoy al mando,
oigo decir en tu boca:
las letras se van volando.
Jugaron a una encerrona
con final imprevisible.
Invitado y anfitriona
pusieron sobre la mesa
sus cartas y la promesa
de desestimar la oferta
que les hiciera el pudor
sobre una cama desierta.
Era misión imposible
que ambos salieran ilesos:
fueron demasiados besos
tras el postre y el licor.
Y no salieron indemnes
de la liturgia solemne
de desnudarse a suspiros.
Apostaron por coserse
sus pieles con esos hilos
que atan solo con verse.
Con el colchón de escenario
y la habitación de luto,
pagaron tanto tributo
a sus deseos primarios,
que no quedó ni un minuto
al periodo refractario.
Y perdieron la cabeza
con pasión, nocturnidad,
chupitos y fantasías.
Cuando el sol hizo limpieza
del polvo y la oscuridad,
ninguno se conocía
y la saliva tenía
el sabor a soledad
dejado tras la cerveza
que tienen los buenos días
con resaca que bosteza.
Era pronto todavía
para el infierno que arde
y ya demasiado tarde
para el cielo que querían.
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Autor:
Franjablanca (
Offline)
- Publicado: 5 de septiembre de 2025 a las 08:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
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