La tarde llega a sus fines
con nuestros dulces gemidos;
un esplendor a jazmines
puebla los verdes caminos.
Bajo el oculto naranjo
me desnudan tus ojos,
y tus gentiles manos
me colman con antojos.
Y mira que elegantes
van tus dedos errantes
mimando los rosales
entre mis muslos de mieles.
Tus frescos labios húmedos
me embriagan satisfechos
de placeres desnudos
que seducen mis pechos.
¡Ay!, que toda me tienes,
y te poseo, y me sientes,
y al punto me enloqueces
con tus dones que acreces.
Abrázame, mi amado,
con tu calor renovado,
y dame nuevos agrados
que la noche no ha acabado.
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Autor:
Salva Carrion (
Offline)
- Publicado: 4 de septiembre de 2025 a las 09:38
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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