En el pueblo lejano, la casa bajo la tempestad de la noche,
la fuerza de los truenos,
sentado en su pequeña butaca,
reposaba aquel viejo hombre,
sin esperanza ni anhelos,
esperando la ayuda de algún ente divino
que le ayudara a contrarrestar
las malas decisiones de su largo camino.
En el amor, un desastre entregarse,
en el estudio, incapaz de encontrarse,
en su longeva vida, imposible hallarse,
no le quedaba más remedio que rendirse sin ningún chance.
Y aunque un rayo de luz y fe apareciera,
este viejo hombre no quería continuar sin rumbo fijo,
sin saber qué lo espera,
aturdido por su miedo disfrazado de ego.
No encontró mayor solución
que en aquel viejo butaco
despojarse de aquello que lo ataba la vida entera.
Tomó en sus manos aquel cuchillo que siempre aborreció,
y directo a su cuello lo llevó.
Entre lágrimas y gritos,
así se despidió,
aquel que la gente entre risas recordó.
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Autor:
Santiago Parra (
Offline) - Publicado: 4 de septiembre de 2025 a las 05:11
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema nos invita a ser testigos de un último y desgarrador momento de lucidez, un instante en el que la vida se revela en su más cruda realidad. Adéntrate en las últimas horas de un hombre que, aturdido por sus decisiones y por la implacable soledad, busca en la oscuridad la paz que la luz nunca le dio.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 4
Offline)
Comentarios1
Pedrín, un amigo de la infancia,
con el que más relación tenía,
un buen día, allá por el año 95 se tiró por la ventana.
Entendió que aquí,
ya no pintaba nada.
Buen trabajo,
aquí mis aplausos.
Y ya que estoy ,
a tí Pedrín, donde quieras que estés,
aquí sigue tu amigo, Chuchin, el de siempre, porque aquel niño...
sigue conmigo.
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