Santiago Parra

Fragmentos de una vida sin rumbo

En el pueblo lejano, la casa bajo la tempestad de la noche,

la fuerza de los truenos,

sentado en su pequeña butaca,

reposaba aquel viejo hombre,

sin esperanza ni anhelos,

esperando la ayuda de algún ente divino

que le ayudara a contrarrestar

las malas decisiones de su largo camino.

 

En el amor, un desastre entregarse,

en el estudio, incapaz de encontrarse,

en su longeva vida, imposible hallarse,

no le quedaba más remedio que rendirse sin ningún chance.

Y aunque un rayo de luz y fe apareciera,

este viejo hombre no quería continuar sin rumbo fijo,

sin saber qué lo espera,

aturdido por su miedo disfrazado de ego.

 

No encontró mayor solución

que en aquel viejo butaco

despojarse de aquello que lo ataba la vida entera.

Tomó en sus manos aquel cuchillo que siempre aborreció,

y directo a su cuello lo llevó.

Entre lágrimas y gritos,

así se despidió,

aquel que la gente entre risas recordó.