Escucha mi voz, pequeño sauce llorón; deja ya de rogar por amor.
Vistes y calzas armadura de divinidad celestial, amante de la paz;
tus lágrimas no debes desperdiciar, pues con ellas muchas vidas se van.
Atiéndeme bien, pequeño amigo llorón:
allá en las puertas se reparten perfumes,
buscan engañar y secuestrar, aturdir y, sobre todo, molestar.
“Emisarios del Señor” se hacen llamar,
aunque sus días contados están.
Mírame bien: los míos los harán caer.
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Autor:
Mussa (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de septiembre de 2025 a las 01:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Lualpri
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