A quien yo quiero
En la memoria líquida del mundo,
me invitaste a entrar
en esa vena abierta que no sangra, pero canta.
Me pediste amar
sin orillas, sin pausa,
a correr sin frontera,
a perderme en ti,
a sentir la frescura tan tuya
y acariciar tus piedras mudas,
que, aun sin voz, sabían responder.
Con paciencia de siglos,
seguí tu curso,
ofreciéndote mi cuerpo sediento,
dejándome abrazar de tus sauces,
que rozaban mi espalda como promesas húmedas.
Aunque tu corriente guardara secretos,
yo los bebía,
como quien elige naufragar eternamente
en el cuerpo de su otro yo.
En el desborde de tu furia,
mi amor no flaqueaba.
Aun cuando arrastrabas hogares, como hojas secas,
cuando te volvías espejo roto
de un cielo que ya no sabe llorar,
yo me hundía más,
como quien se entrega
a la herida que también es consuelo.
Y aun en tu indiferencia,
como todo lo que pertenece a la eternidad,
te sigo amando.
No me importa quién te cruza,
ni qué nombre le das.
Siempre fluyes.
Porque eso es lo tuyo:
ser camino sin destino,
ser tiempo sin reloj,
ser alma sin dueño,
ser amante sin promesa.
Me llevas lejos en tu corriente,
y yo, dichosa en tu arrastre,
no dejo de amarte.
Hijo de Océano y Tetis,
nacido del susurro entre la tierra y el mar:
arrastras promesas como ofrendas a los dioses,
y a mí,
como si mi cuerpo fuera también altar.
Mi amor por ti perdurará,
Río.
Descubrí que amar no era aferrarse, sino dejarse arrastrar.
Que a veces el alma no se eleva: se hunde.
Y en lo hondo, donde ya no hay orillas ni nombre,
comprendí que algunas corrientes no se cruzan:
se habitan.
Ahí supe que el río no era agua,
sino memoria.
Y que el amor, cuando es verdadero,
no pide camino: se vuelve cauce.
—L.T.
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Autor:
LOURDES TARRATS (
Offline) - Publicado: 3 de septiembre de 2025 a las 00:16
- Comentario del autor sobre el poema: Amigos, Este poema nace del deseo de rendirse ante lo incontenible: el amor absoluto, el tiempo que fluye, la naturaleza como espejo del alma. A través de una metáfora extendida, el río se convierte aquí en amante, en destino y en deidad ancestral, capaz de consolar y herir con la misma intensidad. Esta pieza es un canto a la entrega sin condiciones, a la permanencia dentro del cambio, y a la belleza indómita de aquello que no puede poseerse. En cada verso, la voz lírica se disuelve en la corriente, abrazando tanto la dulzura como la furia del cauce, sin más salvación que el amor mismo.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: Henry Alejandro Morales, JUSTO ALDÚ, alicia perez hernandez, William26🫶, Santiago Alboherna, Nelaery, Antonio Miguel Reyes, Javier Julián Enríquez, Mª Pilar Luna Calvo, Carlos Baldelomar

Offline)
Comentarios6
Un poema que se deja arrastrar por el río de la pasión: amor que no se posee, sino que se habita. Cada imagen —agua, sauces, piedras— es un latido que une cuerpo y memoria, revelando que lo verdadero fluye sin ataduras, y que la entrega absoluta convierte la corriente en cauce de eternidad.
Saludos
Interesante, mi querida poetisa, los poemas largos me atrapan. Saludos y abrazos.
El río es símbolo de vida pues, allí por donde pasa, queda impregnado de la riqueza que éste lleva.
El río es, también, símbolo del tiempo porque, los dos fluyen, discurren, abrazan los lugares y los seres vivos, y se van sin detenerse, aunque, en su paso, nos deja un regalo de vida.
No reprocha, no exige. Sólo acompaña y proporciona asistencia.Sus aguas corren, pero él permanece como un amante fiel.
Muchas gracias por compartirlo, poetisa Lourdes.
Un gran abrazo.
Muchas gracias, Lourdes, por este bello poema, en el cual se vislumbra el yo lírico que se sumerge en una profunda reflexión sobre el amor y la identidad, toda vez que personifica al río como objeto de devoción. En tal sentido, la invitación a ingresar en la «vena abierta que no sangra, pero canta» se erige como un símbolo de entrega absoluta a una experiencia trascendental, en la cual el amor se manifiesta a través de la ausencia de límites y la aceptación del flujo constante. Así, la corriente, como metáfora del tiempo y la memoria, se erige como el cauce de una relación que trasciende la indiferencia y la adversidad. Considerando esto, la inmersión en el río, lejos de constituir un naufragio, representa una elección consciente de habitar en la profundidad, donde las orillas y los nombres se desvanecen. En este sentido, se puede decir que el poema gira en torno al amor verdadero, que no requiere un camino definido, sino que se manifiesta como un cauce intrínseco, una memoria perdurable que experimenta transformaciones. En este aspecto, la figura del río, descendiente de Océano y Tetis, se manifiesta como un altar, en el cual el cuerpo se transforma en ofrenda y el amor se convierte en una corriente perpetua.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
cuando te volvías espejo roto
de un cielo que ya no sabe llorar,
yo me hundía más,
como quien se entrega
a la herida que también es consuelo.
Qué hermosos versos mi bella amiga
aún en las peores condicones el amor
era incondicional.
Con mucho cariño
JAVIER
Y aun en tu indiferencia,
como todo lo que pertenece a la eternidad,
te sigo amando.
No me importa quién te cruza,
ni qué nombre le das."
Preciosos versos mi linda amiga
donde el amor es a prueba de cualqueier cosa
donde el amor perdura a pesar de lo indecifrable de situaciones
Escribes con el alma en las manos
Con muchísimo cariño y admiración
JAVIER
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