Desequilibrado Amor
¿Recuerdas, amor,
cuando mis besos
tus labios quemaron,
como brasas encendidas
que no sabían enfriarse?
Nos tocamos con furia
como si el deseo doliera,
como si el alma supiera
que estaba firmando su sentencia.
Tú me apuntaste al cuello con tu daga,
mientras yo, con mi revólver,
te busqué el corazón.
No nos resistimos,
ninguno de los dos.
Tú me culpaste,
yo te culpé,
y entre acusaciones,
nos desnudábamos más.
Éramos amantes y enemigos,
jueces y prisioneros,
fuego contra fuego,
sombra contra sombra.
Dormimos en trincheras,
nos abrazamos con cuchillos escondidos.
Nos prometimos eternidad
en medio del campo de batalla,
sabedores de que todo ardía…
y que aun así, no podíamos parar.
Por millones de años, sabíamos
que para ese dolor nos creó Dios.
No para redimirnos,
sino para repetirnos,
en cada vida,
con los mismos labios,
con las mismas heridas.
Y, aun así,
con todos los fragmentos en las manos,
te buscaría otra vez…
solo para volver a rompernos.
—L.T.
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                        Autor:    
     
	LOURDES TARRATS (
 Offline) - Publicado: 1 de septiembre de 2025 a las 06:32
 - Comentario del autor sobre el poema: No siempre el amor se escribe con flores, a veces se escribe con filo. Este poema nace de esas relaciones que desbordan pasión, pero también contradicción: vínculos que duelen, que atraen, que se rompen y se reanudan en un ciclo tan bello como brutal. No todo amor es equilibrio… y, sin embargo, incluso lo desequilibrado deja su marca. Con este texto, he querido explorar ese fuego cruzado donde el deseo y el daño se encuentran cara a cara —como si el alma misma jugara a la ruleta del corazón.
 - Categoría: Sin clasificar
 - Lecturas: 49
 - Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Scarlett-Oru, JUSTO ALDÚ, Éusoj Nidlaj, Nelaery, Javier Julián Enríquez, Mª Pilar Luna Calvo, Fabio de Cabrales
 

 Offline)
			
Comentarios3
Este poema es un retrato intenso del amor en su faceta más tormentosa: pasión que arde y consume, mezcla de deseo y violencia, de atracción y condena. La relación aparece como un campo de batalla en el que cada caricia es también herida, y cada promesa de eternidad lleva escondida su propia ruina. La fuerza del texto radica en el uso de imágenes bélicas —dagas, revólveres, trincheras— entrelazadas con lo erótico, mostrando un vínculo donde el amor y el dolor son inseparables. El cierre, con la aceptación fatalista de volver a buscarse aun sabiendo la fractura, resuena con la idea de un destino repetido, casi mítico. Es un poema de pasión desequilibrada, donde la entrega y la destrucción son dos caras de la misma moneda.
Saludos
Describes un amor que, a pesar de sus contradicciones amor/ odio, persiste en el tiempo, se retroalimenta.
Estos amantes se dañan mutuamente, pero hay una sensación de que ,ese daño, les impulsa a repetir los mismos patrones, como si el destino los hubiera unido para esta lucha eterna.
Muchas gracias por compartirlo, poetisa Lourdes.
Un abrazo.
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