Haría de mi sangre tu vino, de mi carne tu pan.
De mis gemidos, sacramentos; los suspiros robados se volverían un “amén” eterno.
Mi cuerpo sería catedral de tu libido, y mis plegarias, promesas nacidas del fruto de mis deseos.
Oh amado, ruego porque hundas tus dedos en el agua santificada.
Benditos sean tus labios, bautizado sea tu cuerpo, y entregado quedes a tu templo.
Que tus pecados sean grabados en el testamento de mi cuerpo.
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Autor:
Mussa (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 25 de agosto de 2025 a las 15:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
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