Te escribí una carta.

Te escribi una carta

¿Me recuerdas?
Soy Sentimiento desnudo, el prisionero del corazón encadenado por la mente, condenado sin sentencia.
Desde el 18 y por amor...
¿Me recuerdas?

Van 7 años desde abril y aún no me libero. No sé cuál es mi culpa, si encontrarte en el camino, ¿o ya era mi destino? Si enviarte el primer mensaje, ¿o no responder al último? Si tomarnos un café o darte el primer beso.
¿A quién le importa?

Lo importante de este instante, es que me encuentro en las fronteras de prisión, en el lugar que se llama "Manos", donde te escribo esta inspiración.
Hasta aquí he llegado y he recorrido un montón.
La última vez estuve en "Puerto Boca", pero ni una palabra zarpó.

Fue la Mente la culpable, aquella vestida de consciencia que mantuvo atracado el manifiesto.
Luego supe que como barco sin rumbo,
quedó mi mensaje a la deriva y sin puerto de destino, mas no se supo.

También estuve en "el mirador de los Ojos" ¿y sabes qué? Ahí te vi, ahí me vistes, y por un segundo se detuvo el mundo, y por un momento que se hizo eterno y por un resplandor absoluto y abrumador, perdí mi conciencia, perdí mi yo.
Aquí sigo... a veces vivo yo, a veces vive ella, pero también soy yo.

Y debo confesarte que a veces, pero solo a veces, amarro a la Mente. A veces y solo a veces es mi prisionera, y siempre, siempre pide también libertad...

Entonces ¿quién aprisiona a quien? ¿Es ella a mí o soy yo a ella?
¿Acaso soy yo el Sentimiento que debe vestir con cordura y la Mente o mi Conciencia vivir desnuda? ¿Es ese el equilibrio?

La verdad somos dos y también somos uno, debemos caminar juntos. No sé cuánto tiempo tarde que estemos en armonía, que se levante mi condena y que todas mis desdichas y mis penas se consideren pagadas, que el corazón no me reproche lo que la conciencia haga ni tampoco que mi mente lamente dejar correr el Sentimiento que por mis venas pasa sin sufrir desquicio.

De ese equilibrio hablo, que habiten dos en un solo cuerpo, y que viva solo uno, solo yo, solo yo.