Con los fragmentos de esperas
en la dársena del puerto,
fabrico un barco sin velas
y floto haciéndome el muerto.
Con los trozos de botella,
después de la botadura,
hago un puzle de las huellas
que dejó el tiempo que dura.
Con los rescoldos del fuego
que va dejando mi ausencia,
hago cubitos de hielo
(en justa correspondencia).
Con la brisa que me toca
cuando ya no estoy al mando,
oigo decir en tu boca:
las letras se van volando.
Hoy he visto que tenía
una llamada perdida
de alguien con nombre Huía,
así que pensé enseguida
que, como solo agregué
a una Huida en mi agenda,
llamarías sin querer.
Tampoco es que me sorprenda,
sabiendo que te has casado
y estarás con tu marido.
Quiero pensar que has tocado
en mi perfil por descuido.
Ayer me mandaste un beso
sin más texto en el mensaje
y respondí, lo confieso,
incrementando el voltaje
con otro aún más travieso.
Pero cuál fue mi sorpresa
cuando enviaste de regreso
ese emoji que vomita.
La española cuando besa,
es que besa de verdad;
lo que se da no se quita
(dice el dicho popular).
En vista de que has dejado
mi boca viuda y reseca,
quiero pensar que has pulsado
sin querer alguna tecla.
He recibido un correo
en el que dices que ahora
echas de menos y añoras
aquellas noches de lunas
tan llenas de cosquilleos.
Permíteme que no asuma
como propio ese deseo,
dado que expiró en su nido
cuando lo pusiste en venta.
Quiero pensar que habrá sido
tan solo un error de imprenta.
Por las señales de humo
que observo en aquella cima,
a mi esperanza le sumo
una dosis de optimismo,
pues la humareda me anima
a que quedemos hoy mismo
para cenar en la hoguera,
como aquella vez primera
en la playita de Roche.
Si le ponemos el broche
a mis deseos confesos,
quiero pensar que esta noche
nos comeremos a besos.
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Autor:
Franjablanca (
Offline)
- Publicado: 22 de agosto de 2025 a las 07:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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