Le dije a mi señora, doña Mar,
que si en dolor y en corazón herido
precise el bien de su jovial vestido
encima de sus penas sobre amar.
Y viendo su amargura y malestar,
que a mal debió de haberse conocido,
sostuve su collar y su gemido
por todo el tiempo en que la vi llorar.
Posada en mi rodilla, lacrimosa,
me dijo que sentía ser la sierva
de todo bajo mundo y la penumbra.
Y espera que mi verso a bien la alumbra,
por bello idioma que a la fiera enerva
y al mal del interior, mientras reposa.
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Autor:
March Martinez (
Offline)
- Publicado: 19 de agosto de 2025 a las 19:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Lambdasan
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