Ayer la muerte me habló.
Vestida de blanco,
su asiento tomó.
Su mano de porcelana
la mesa acarició,
con el movimiento lento
y vacío de un cascarón.
Mirada inquisidora.
Ojos de muñeca.
Me miran ahora.
No sufro de miedo;
ante ti me doblego.
Anillos de plata
adornan sus dedos.
Hilos de seda,
sus pestañas.
Puntadas de oro,
su vestido.
Momento divino,
se vuelve cristalino.
No es el fin del camino.
No es cuestión de instinto:
será el destino.
—¿No temes a la desconocida?
su boca susurró.
—No eres fatalidad,
de mi boca salió.
Tu vieja presencia
siempre me acompañó.
Soy parte de ti,
como tú lo eres de mí.
Somos la misma semilla...
mors et vita.
Soy el futuro
en la cara de tu espejo.
Cada segundo que pasa
es mi reflejo.
Y en mi respira.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados
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Autor:
_Incipiens_ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 18 de agosto de 2025 a las 15:15
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: MISHA lg
Comentarios1
la aceptación no es fácil pero asi es poeta
gracias por compartir
Tu vieja presencia
siempre me acompañó.
Soy parte de ti,
como tú lo eres de mí.
Somos la misma semilla...
mors et vita.
besos besos
MISHA
lg
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