Ella llega con un guion aprendido,
un par de gestos entrenados frente al espejo
y una voz que sabe medir la temperatura de un corazón.
Su perfume no huele a ella, sino a una promesa envasada,
y su risa no nace: se fabrica.
Toma mi mano,
pero no para llevarme,
sino para recordarme que estoy pagando por la ilusión de ser llevado.
Sus ojos son vitrinas:
muestran algo bello, pero que nunca estará en venta.
En cada cita, yo compro minutos,
y ella vende un espejismo.
Nos mentimos con elegancia:
yo finjo creer que me ama,
y ella finge que le importa.
Pero hay noches en que creo ver grietas en su máscara.
Un parpadeo demasiado largo,
un silencio donde debería ir una risa,
un temblor en los labios al pronunciar mi nombre.
Ahí entiendo que quizás
su mentira es tan grande
que ya la habita como si fuera verdad.
Y entonces me asusta pensar
que no soy el único pagando,
que hay otros fantasmas que también reclaman su versión de ella.
Quizás, cuando no me mira,
me reemplaza por otro rostro,
otra voz, otra mano…
y yo dejo de existir.
Al final,
no me alquilé una novia.
Me alquilé un vacío con forma de mujer,
y lo peor de todo
es que he aprendido a amarlo.
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Autor:
Maggie\'s (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2025 a las 14:30
- Comentario del autor sobre el poema: AniMe
- Categoría: Amor
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Una voz, EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., MISHA lg, ANGHELUZ., alicia perez hernandez
Comentarios2
Wow, excelente poema. Atrapa de principio a fin y la mujer fatal, es una realidad peligrosa para los ingenuos e incluso para el mas astuto.
Dios te bendiga.
El pensamiento se ha vuelto de plástico. Plástico comeremos.
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