La sociedad humana, toda,
Está bajo un estado salvaje de libertad
Que la oprime.
Cuando uno descubre que tantas cosas
Ocurren sin más,
Todas decadentes, descubre también
Que este mundo se ha vuelto definitivamente
Algo donoso y fantasmal:
Ruin.
Basta observar la especie humana
Para entender que la
Inteligencia es un arma de
Doble filo y peligrosa.
La felicidad, tal como nos la han
Impuesto siempre,
Acaba siendo pretérita.
Dicen los que lo dicen que entre los Diez Mandamientos, o en la Biblia – la que también algunos han definido como la peor novela jamás escrita – hay uno que dice NO MATARÁS. Hay personas que creen en esta blasfemia – Pinochet en Chile, Somoza en Nicaragua, Videla en Argentina, Franco en España Trujillo en República Dominicana, Stroessner en Paraguay, Noriega en Panamá y tantos otros que fueron católicos fervientes, que iban a misa e hincaban las rodillas dándose golpes de pecho y algunos hasta confesaban y comulgaban a diario; fueron de los que sabían de ese Mandamiento aunque nada ni nadie jamás haya demostrado que lo aplicara, el NO MATARÁS.
Hoy en Palestina ya van por más de sesenta mil personas asesinadas, no muertas sino asesinadas, y de los asesinados en Ucrania ya han dejado de dar noticias al igual que nunca se supo ni se sabe de cuántos fueron asesinados en Libia, en Siria, en Afganistán, en Irán ni en Irak, de los que hoy asesinan en Yemen del Sur, en Malí de los perseguidos en los distintos países de esta América aún colonial así como esa otra manera de matar que es de hambre, de miedo, de tristeza, de opresión psicológica cuando se retiran ayudas sanitarias, salud pública, se excluye a gran parte de la sociedad de la enseñanza gruita, se les obligan a vivir de la mendicidad en las calles…
Sí, hay personas que dicen, públicamente, esto de NO MATARÁS pero mientras se mantienen al margen de las matanzas que se están dando.
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Autor:
Nkonek Almanorri (
Offline)
- Publicado: 12 de agosto de 2025 a las 12:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Santiago Alboherna, Mauro Enrique Lopez Z., Salvador Santoyo Sánchez
Comentarios4
La crueldad humana disfrazada de moralidad es la constante más burda y sórdida que el mundo ha sabido normalizar. Ese mandamiento de “No matarás” ha servido de mantel elegante para tapar carnicerías, masacres y genocidios que se repiten como un puto disco rayado en la historia.
Franco, Trujillo, Pinochet, Somoza, Videla, Stroessner, Noriega, Mussolini, Milosevic, Idi Amin y toda esa sarta de farsantes católicos fervientes no solo violaron ese mandamiento, sino que con sus rosarios en mano perpetraron el arte macabro de la hipocresía global. La sociedad, esa gran maqueta de silencios cómplices, ha convertido la sangre derramada en un mal menor, en un precio estandarizado que nadie se atreve a cuestionar de verdad.
La violencia no solo se ejerce con balas o bombas, también con hambre, exclusión, miedo sistemático y esa lenta tortura psicológica que el poder impone para mantenernos en jaque. Eso, es la normalidad que aceptamos sin pestañear, porque nos acostumbraron a callar, a mirar para otro lado, a rendir culto a las palabras superficiales mientras la muerte se pasea libre.
Quien diga lo contrario vive en una burbuja de ilusiones infantiles. Los poderosos fingen arrepentimiento mientras siguen acumulando sus beneficios en ese festín de cadáveres y falsas promesas. La naturalización de la violencia, de la hipocresía y del mutismo encubridor es el telón de fondo de nuestra existencia. La sangre derramada, las dictaduras con misa y hostia, las guerras interminables, el hambre estructural y la exclusión social son la mugre cotidiana que nadie se digna a limpiar.
Así que, no: no es un “pecado” o una “blasfemia” olvidada, es la violencia legitimada por falsas promesas divinas, la tiranía con traje de santidad. Eso es lo que hay.
La eterna tragicomedia de Palestina, ese escenario donde la humanidad exhibe su peor obra maestra. Porque no es cuento de hadas ni fábula infantil.
El conflicto no es un accidente ni una chispa pasajera. Es un monstruo que nació a finales del siglo XIX, cuando el sionismo emergió como un sueño colonizador y el pueblo palestino apenas comenzaba a despertar de siglos de olvido bajo el yugo otomano. Luego, vino el mandato británico, ese farsante que prometía libertad mientras trazaba mapas para dividir y reinar.
En 1947, la ONU, con su sonrisa hipócrita, lanzó el plan de partición: “Aquí un Estado judío, allá otro árabe”. La justicia hecha burla. Los judíos aceptaron el trato, los árabes dijeron que no y explotó la guerra de 1948, ese desastre donde Israel se creó sobre las cenizas y los desplazados se contaron por cientos de miles. La Nakba, un nombre que huele a exterminio disfrazado de frontera.
Desde entonces, el escenario ha sido un bucle de ocupaciones, guerras y resistencias, con la Guerra de los Seis Días en 1967 como otro golpe” maestro de la desdicha: Israel tomó Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este… y allí quedó clavada la daga en el corazón palestino.
Ahora aquí estamos, siglo XXI, con el ciclo de muerte y promesas rotas girando como una rueda oxidada. Israel controla, oprime, reprime; grupos palestinos responden con la desesperación como única arma, mientras el mundo observa con indiferencia o llorando con cinismo.
No es un conflicto de “dos bandos”, es un andamiaje donde los ideales se hunden en el fango de la ocupación y la hipocresía internacional. Así que sí, la tragedia de Palestina es vieja, cruel y sin final feliz a la vista. Hay algunos que prefieren cerrar los ojos y susurrar “no matarás”, como si esa frase pudiera encubrir el horror sistemático que no cesa.
La Hechicera de las Letras.
Amiga poeta hechicera
“Lo bueno si breve, dos veces bueno” ( Baltasar Gracián. s. XVII)
🌹🌹🌹
Cuando la Guerra de los Seis días yo tenía once años y ya le escuché a mi padre, que sabía mucho de aquella realidad, que aquella guerra no terminaría en aquel siglo, se refería al XX. Del resto, más de lo mismo.
Gracias Hechicera por tu valiosa opinión.
Lo más despreciable de este NO MATARÁS es la complicidad hedionda de una sociedad podrida hasta el tuétano que se siente y se revuelve a gusto en su propia miseria; ¿ qué grado de - ya no digamos de preocupación, ninguna - sino de interés podemos ver en la sociedad actual acerca de los males que nos aqueja? Vamos directo a un caos sangrante en el cual acabaremos matándonos voluntariamente para alcanzar la paz que no hemos sabido obtener, ¿ y los poetas, los escritores, los intelectuales, los artistas, qué piensan, qué sienten...?
Se supone que poetas, escritores, intelectuales y artistas deberían ser las voces que desmantelan esta mierda de mundo. Pero la mayoría solo se preocupa por su propio ego, sus redes y su comodidad. Mientras afuera la gente se desangra, ellos se encierran en su espectáculo personal, incapaces o indiferentes ante la verdadera lucha. Eso no es arte ni pensamiento, es complicidad e indiferencia.
La resignación colectiva se ha convertido en nuestra condena silenciosa. No esperamos salvación, ni acciones heroicas, porque hemos aprendido que tal indiferencia y la inercia dominan. La desesperanza no es solo un sentimiento, sino el terreno fértil donde germina la apatía que sostiene este ciclo interminable. La palabra, por poderosa que sea, es un leve sonido frente al estruendo de la maquinaria implacable que perpetúa el dolor y la división. Mientras los que podrían actuar permanecen en su burbuja, disfrutando su bienestar, la realidad se torna cada vez más sombría y desoladora.
Además de guerras, casi no guardo recuerdos; pero del atentado del 11-S, sí. Los horrores cercanos dejan cicatrices que ningún siglo logra borrar. Mientras unos se aferran a fechas remotas y otros al pasado olvidado, la violencia impone su ley en el presente, sin pedir permiso. La historia no es un archivo muerto; es una herida abierta que se tiende a minimizar.
La Hechicera de las Letras.
Todos los focos de guerra hoy en el mundo q vos mencionas, salvo los rusos, son protagonizados x extremistas musulmanes, algunos al servicio de intereses económicos poderosos
Es de mala educación matar al prójimo. No está bien visto.
Mientras, la industria bélica es la más sagrada voz.
🍷🍷
Es de mucho más que de mala educación.
Nkonek
Era ironía para evitar decir una barbaridad.
🍷🍷
Todo lo que expones es verdad, se mata con plomo, acero, y bombas.
Pero, no hay que olvidar que también con la palabra se mata; sin
derramar sangre.
Buen tema para la reflexión
Saludos poeta Nkonek
El Hombre como especie humana (?) no ha hecho en todo este tiempo sino buscar su propia destrucción, así la Historia de los vencedores ha sido siempre la mentira bendecida y encuadernada por las más altas instituciones.
👍✅
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