Me llamaste en la hora sin campanas, cuando la niebla besa la marea; tu voz cruzó las grietas más lejanas, y en mi costado un nuevo pulso crea.
Llegué descalzo, entre aguas profanas, donde tu sombra al alba me desea; pero tus manos, frías y tempranas, guardaban algo que la muerte apea.
Bebí de ti, y el mundo fue distinto: ya no sentí mi aliento como mío, ni supe si era vida lo que pinto.
Si eras pecado, yo quería el frío; porque en tu beso, el filo y su instinto me dieron más que el cielo y su vacío.
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Autor:
Rafael Medina (
Online)
- Publicado: 10 de agosto de 2025 a las 23:32
- Categoría: Gótico
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
Comentarios1
Rafael hermosos versos, tienen sus letras ese toque de profundidad, y simplicidad al mismo tiempo. Saludos cordiales!!
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