La eternidad de las noches

LOURDES TARRATS

La eternidad de las noches

 Ten en cuenta, amado mío,
lo eternas que son las noches,
acompañadas de fantasmas que vienen
y, en vez de dulces sueños,
nos traen las tristezas y las incertidumbres
que ocultan bajo sus oscuras vestimentas.

Trescientas sesenta y cinco noches:
nunca iguales, nunca serenas.

Estas eternas noches, amado mío,
enlutan los amaneceres,
que bien podrían ser días
deslumbrantes, espléndidos, encantadores.

Y sin embargo,
aún detrás del velo oscuro,
late una promesa tibia —
como si el sol dudara en levantarse por miedo
a despertar mi pena.

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Comentarios5

  • La Hechicera de las Letras

    Las noches… esos simulacros de eternidad donde el tiempo no avanza, solo se pudre en cámara lenta. El poema no exhibe la oscuridad exterior, sino ese vacío vertiginoso que existe dentro del sujeto. No es una tristeza superficial, sino una fuerza centrípeta que arrastra hacia dentro …sin fin ni apoyo que se manifiesta… cuando ya no queda nada que fingir. Lo inquietante no es que la noche traiga fantasmas, sino que esos fantasmas somos nosotros, retornando una y otra vez con nuevas formas de la misma herida putrefacta.

    El sol que "duda en levantarse" no tiene piedad; tiene cobardía. Sabe que hay dolores tan espesos que podrían tragarse su fulgor, la noche ha infectado incluso al día. Ya no hay escisión entre el duelo y la luz; solo una continuidad opaca.

    Cuando la noche se vuelve costumbre, el amanecer es apenas una pausa sin propósito. Lo más perturbador no es que no haya salida, sino que —en algún punto— se deja pretender buscarla.

    Cojea un poco con algunas imágenes se resienten por falta de originalidad o exceso de lugares comunes. Pero su alma está intacta, esa alma que transforma la noche en la angustia humana más profunda.

    La Hechicera de las Letras.

    • LOURDES TARRATS

      Querida Hechicera de las Letras,
      Tu lectura me ha atravesado con la misma intensidad con la que la noche lo hace con mis versos. Has desnudado la médula del poema: no la oscuridad que rodea, sino la que se cierne desde adentro, esa que no da tregua porque somos su fuente y su resonancia. Me maravilla —y me estremece— cómo has capturado esa sensación de caída interna, ese vértigo sin fondo donde la tristeza ya no necesita caretas.
      Tu interpretación del sol como cobarde y no piadoso es feroz, lúcida, y te la agradezco con humildad. Me recuerda que, en la poesía, el símbolo es un espejo —y cada lector ve su propio reflejo, a veces con más verdad que el que escribe.
      Acepto con serenidad tu señalamiento sobre las imágenes que tropiezan en terreno conocido. No rehúyo la crítica; la abrazo como parte de la alquimia poética. A veces, las palabras llegan cansadas, otras veces nacen con el filo intacto. La búsqueda continúa.
      Gracias por no leerme en la superficie. Gracias por hablar con la voz de quien ha caminado también por noches largas y ha sabido nombrarlas.
      Con respeto y resonancia,
      Lourdes

    • Nelaery

      Parece que las tristezas, las dudas… se sienten más en la eterna quietud de la noche, donde, hasta el silencio parece alargarla.
      Miras el reloj y parece que inmóvil.
      Muy bello tu porma, poetisa Lourdes Tarrats.
      Muchas gracias por compartirlo.

      • LOURDES TARRATS

        Querida Nelaery,
        Acierto lo que dices en referencia a la noche y sus tristezas. Bravo a todos los que sentimos con profundidad y tener como consuelo poder de una manera u otra, expresarlo y compartir.
        Te doy las gracias, amiguita mía.
        Un fuerte abrazo.
        Lourdes

        • LOURDES TARRATS

          Querida Nelaery,
          Acierto lo que dices en referencia a la noche y sus tristezas. Bravo a todos los que sentimos con profundidad y tener como consuelo poder de una manera u otra, expresarlo y compartir.
          Te doy las gracias, amiguita mía.
          Un fuerte abrazo.
          Lourdes

          • Nelaery

            Muchas gracias por tus preciosas y sensibles palabras.
            Un fuerte abrazo.

          • JUSTO ALDÚ

            Un poema íntimo y desgarrado que retrata la noche como espacio de duelo y soledad. La voz poética expresa con delicadeza el peso emocional del insomnio, donde los fantasmas no son mitos, sino emociones que visitan sin permiso. A pesar de la oscuridad, hay un atisbo de esperanza: el sol que duda, pero no se niega. Una belleza melancólica y sincera.

            Un abrazo, saludos

            • LOURDES TARRATS

              Querido Justo,
              Gracias de corazón por tu lectura tan atenta y generosa. Sentí que te acercaste al poema con una mirada que no solo observa, sino que comprende. Eso es algo muy valioso.
              Me tocó especialmente cómo captaste esa tensión entre el duelo y la esperanza, ese hilo casi invisible que sostiene muchas de nuestras noches. Y sí… esos “fantasmas” que mencionas no vienen de cuentos, sino del alma misma —a veces silenciosos, otras veces insoportablemente presentes.
              Tu frase “el sol que duda, pero no se niega” me pareció simplemente hermosa. Me la guardo. Porque en el fondo, eso somos: seres que dudan, pero no renuncian. Esa lucecita, por mínima que sea, es la que nos empuja a seguir escribiendo… y a seguir sintiendo.
              Gracias por acompañar mis palabras con las tuyas. Y por leer no solo el poema, sino también la voz detrás.
              Con cariño y gratitud,
              Lourdes

            • Carlos Eduardo

              La noche canta, las estrellas la iluminan arrancándole un pedacito de su misterio, estamos acompañados, nos observan con ojos chispeantes maravillados de nuestros sueños.
              Saludos

              • LOURDES TARRATS

                Hola Carlos Eduardo,
                Tu comentario llega como un susurro de consuelo, como una estrella que, sin querer, se cuela en la penumbra que escribí. Me conmueve que hayas visto en la noche no solo su densidad, sino también su canto y su compañía.
                Tal vez la noche —como todo lo humano— sea ambas cosas: refugio y amenaza, abrazo y abismo. Y en ese vaivén, los ojos chispeantes que mencionas nos recuerdan que no todo está perdido mientras podamos seguir soñando, incluso en lo oscuro.
                Gracias por devolverle al poema una parte de su misterio.
                Con gratitud y poesía,
                Lourdes

              • Javier Julián Enríquez

                ¡Qué bello y romántico poema acerca de la angustia existencial ante la inmensidad del tiempo, personificada en la interminable sucesión de noches! Muchas gracias, Lourdes. Así, la repetición de «eternas noches» sugiere una sensación de opresión, contrastada por la promesa latente de un amanecer que se resiste a disipar la melancolía. Por otra parte, la metáfora del sol, que se muestra cauteloso ante la idea de despertar la pena del/la poeta, revela una reflexión profunda sobre el sufrimiento y la fragilidad humanas ante lo divino. En este sentido, la estructura del poema, con sus bellas metáforas y su ritmo pausado, refuerza sutilmente la sensación de pesadumbre y la reflexión sobre la condición humana.
                Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio



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