La bodega de poemas
por Wcelogan
Ayer bajé a la bodega
donde guardo mis poemas.
El aire olía a tinta vieja
y a metáforas sin terminar.
Los románticos gemían
por desamor, acostados
en un mar de lágrimas.
Un poema vencido hace tres años —
diciembre de aquel amor tormentoso—
apestaba a un “te amo” mal cerrado.
Uno con moho,
escrito con furia adolescente,
me miró con rencor.
Los oscuros,
cruzados de brazos,
fumaban ceniza de alma
y discutían con los góticos
sobre cuál era más profundo.
Un soneto chillaba en su jaula
por falta de rima exacta.
Un haiku
había mutado en hongo,
y sus esporas se comían
un poema de Neruda.
Un verso libre
se suicidó por exceso de métrica.
Los surrealistas,
desnudos y ebrios de metáforas,
jugaban a seducir
una imagen muerta.
Uno recitaba en latín
y otro le pintaba bigotes
a mi inspiración del 2018.
Uno me mordió
cuando intenté corregirle el ritmo.
Otro, aún sin terminar,
me escupió tinta
por haberlo olvidado.
Uno —con voz de amenaza—
gritó desde el fondo:
“¡Yo sé lo que hiciste el verano pasado!”
y me miró con comas afiladas.
Otro me susurró, borracho:
—Te vendiste por aplausos baratos—
y vomitó un verso en cursiva.
Pero el que más dolía
era el que escribí con entrañas:
ya no me reconoce,
me llama por otro nombre.
Me fui, cerrando la puerta
con un verso viejo entre los dientes.
Y mientras subía las escaleras,
lo entendí:
ya casi vuelan del nido,
y quizás alguno se haga famoso.
-
Autor:
Wii (SeudĂłnimo) (
Offline)
- Publicado: 5 de agosto de 2025 a las 00:05
- Comentario del autor sobre el poema: “La bodega de poemas” naciĂł de una visita interior. No bajĂ© a una bodega real, sino a ese lugar oculto donde guardo lo que he escrito con amor, rabia, torpeza o lucidez. Cada poema que menciono no es solo un texto: es un fragmento de mi historia, de mis errores, de mis bĂşsquedas. Algunos me reprochan haberlos olvidado, otros me acusan de haberlos traicionado por aplausos ajenos. Y puede que tengan razĂłn. Este poema es un reencuentro con todas mis versiones como poeta. Los románticos, los oscuros, los surrealistas… todos conviven dentro de mĂ. Algunos poemas aĂşn me conmueven; otros me avergĂĽenzan. Pero no los reniego. Son parte del proceso. Parte del precio. Al final, entendĂ algo: no soy yo quien tiene el control absoluto. Los poemas tienen su propio destino. Algunos se irán, otros me morderán hasta el fin. Y quizá —con suerte o con verdad— uno de ellos sobreviva a mi nombre.
- CategorĂa: ReflexiĂłn
- Lecturas: 12
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. RegĂstrate aquĂ o si ya estás registrad@, logueate aquĂ.