Te conozco, mascarita, del desfile,
del pregón disfrazado de clemencia,
de ese gesto tan pulcro y tan servil
que oculta bajo el polvo la violencia.
Primero lo niegas: “¡Yo no ambiciono!”,
decís con voz de mármol bien pulido,
pero el cetro te guiña desde el trono
y el pueblo cae en sueños sin sonido.
Tanteas la herida, hurgas donde supura,
recoges los escombros del hastío,
y alzas un estandarte de ternura
hecho con los jirones del vacío.
Prometes, como siempre, redención,
aquel milagro eterno y postergado,
pero al cerrar el trato, tu ambición
se viste de patriota maquillado.
“¡Soy el hijo del campo y de la bruma!
¡El nieto de la estrella proletaria!”
Y el pueblo —que en la espera se consuma—
te entrega la esperanza funeraria.
Después, la vanidad abre sus garras,
ya el poder se te sube por la espalda;
desempolvas los códigos de espadas
y alzas la ley que embiste y no resguarda.
Los años te envejecen la careta,
mas no el instinto oscuro de serpiente;
quieres quedar clavado en la roseta,
bajo el disfraz del “padre permanente”.
Te conozco, mascarita de papel,
inmortal en promesas recicladas:
nos vendes un país color pastel
mientras rompes las urnas con espadas.
¿Crees que no sabemos tu jugada?
¿Que el coro no recuerda tu función?
Pero el pueblo, aunque a veces se desangra,
no olvida quién jugó de redención.
Y un día —nunca sabrás cuándo ni cómo—
te caerá la careta en plena plaza,
y el eco de tu nombre en el aplomo
dirá: “Mascarita, tu tiempo pasa”.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025
-
Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de agosto de 2025 a las 10:20
- Comentario del autor sobre el poema: El poema no cuenta con rima ni métrica exacta.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: Llaneza
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.