Decís tanto y a la vez nada.
¡Qué talento el tuyo!
Y yo escucho más
de lo que hablo.
Qué maldición la mía...
Sin querer me creaste
y me hiciste tu estorbo.
Todo tenía que saberlo,
todo tenía que enseñarte
aunque ese fuera tu deber.
Me atribuís siempre
todos tus fracasos
mientras te quedás
con tus logros mediocres.
Y a mí me toca heredar
cada uno de
tus errores, padre.
Lo cual me hace
un error en sí mismo.
Y encima también
tengo que ser quien te salve
de tus crueles fantasmas.
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Autor:
Rosendo Ruiz (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 31 de julio de 2025 a las 10:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Roberto D. Yoro, Mauro Enrique Lopez Z.
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