La paz que busco no está afuera,
pero siempre creí que lo estaba.
Tampoco la venden en aeropuertos ni en los abrazos falsos de la gente.
La paz —y esto lo aprendí sangrando— está en lo mínimo:
en el olor del café que me sirve Paty cada día,
en la lluvia que me recuerda que el mundo sigue sin mí,
en tu voz diciendo cualquier cosa,
sin saber que esa palabra, lanzada con descuido,
me devolvía el aire.
Camino por la vida haciendo equilibrio,
con esa valentía impostada que se me cae a pedazos cada noche.
Me equivoco, me culpo, me arrastro…
y me lo merezco, pienso, porque así es la vida
para los que sienten demasiado.
Pero entonces me tomas la mano.
Así, sin previo aviso.
Tus dedos tibios sobre los míos,
y toda mi rabia se desarma.
Me miras como si aún valiera la pena,
y yo, que siempre sospecho de todo,
te creo.
Y ahí lo entiendo:
la paz no es un refugio lejano
ni un trofeo para los que sobreviven a todo.
La paz es este instante brutal y luminoso
en el que me miras sin juzgarme
y yo —solo por hoy—
me siento suficiente.
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Autor:
Bohemio enamorado. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de julio de 2025 a las 16:55
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Hay personas que insisten en que la paz no es necesariamente ausencia de guerras. No, no lo es. La paz es todo eso que usted menciona y mucho más aún. Lo que ocurre es que por increíble que parezca la paz sí duele; duele cuando en ella callamos, silenciamos, ocultamos qué es lo que hay lejos de ella. Mientras el Hombre exista no habrá paz alguna en la Tierra, lo sé desde aquel instante, hace años, en que escuché a alguien preguntar qué era la felicidad y al mismo tiempo alguien respondió: "La felicidad es la ausencia total de miedos? ¿Sabemos de algún ser humano que no haya sentido miedo alguna vez?. Pues eso...
Cuánto verdad hay en tu comentario, y todos hemos sentimos miedo alguna o muchas veces, para mi sentir miedo es mi forma más honesta de saber que no estoy muerto por dentro.
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