Conciencia En La Fila 7

William26🫶

Conciencia en la fila 7
por Wcelogan

 

> “El alma no siempre grita.
A veces se disfraza de fila,
de pan,
de abrigo roto.”
—Wcelogan

 

En la fila 7,
entre tomates y resignaciones,
le pregunté al tipo del abrigo roto:
—¿Lleva mucha gente?

Y no sé por qué
le conté media vida.

Corro por las mañanas,
como quien huye
de un incendio invisible,
que huele a rutina
y al miedo
de no estar.

Me entreno con la edad,
como si fuera un músculo más.

Cuido a mi viejo:
cien años de huesos
y preguntas repetidas.
Tiene la mirada vencida,
pero aún le canta a Gardel
con la radio apagada.
Lo cambio, lo afeito,
lo abrazo
como si pudiera peinar el tiempo.

Mi madre…
reza.
Por mí, por ella,
por vos también, tal vez.
Tiene a Dios colgado del cuello
y en la puerta de la cocina.

Dos perros me siguen
como si supieran
que alguna vez fui bueno.
Uno lame mis errores,
el otro ladra cuando me miento.
Uno duerme en mis zapatos,
el otro en mi sombra.

Y está Mercedes.
Mi amor.
Mi sitio en el mundo.
Le cocino con culpa,
la escucho con gratitud.
Me salva
sin prometerlo.

Y sin embargo —le dije al tipo—
a veces no estoy.
Dejo un cuerpo en la fila,
y me elevo con la conciencia,
como un pájaro sin jaula,
a mirar desde arriba.

Que hablo,
pero hay alguien más que mueve los labios.
Un actor sin teatro,
un poeta sin público,
una escena que nadie escribió.

El tipo me miró,
como si entendiera,
o tal vez cargara
lo mismo en su carrito.

Pagamos.
Cada uno a su infierno doméstico,
con bolsas llenas de excusas.
Y yo,
con la conciencia otra vez
mordiéndome el talón,
un perro sin nombre,
nacido de mis olvidos,
que nunca crié,
y sin embargo,
siempre me sigue.

  • Autor: Wii (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de julio de 2025 a las 00:01
  • Comentario del autor sobre el poema: Este poema parte de una escena cotidiana: hacer fila en el supermercado. Pero detrás de esa rutina, se abre una reflexión más profunda sobre la conciencia, el cansancio emocional y el desdoblamiento interior. La voz poética —mi voz— empieza con una simple pregunta al tipo del abrigo roto. Ese gesto trivial da lugar a una confesión inesperada, como si algo en mí necesitara hablar, vaciarse, ser escuchado sin juicio. La fila se convierte en metáfora: de espera, de desgaste, de vida suspendida. Cada parte del poema refleja un aspecto de mi existencia: Correr no es solo ejercicio, es una forma de huir de lo que no se ve pero pesa. Mi padre encarna el paso del tiempo y la fragilidad que intento cuidar. Mi madre representa la fe heredada, constante, a veces distante. Los perros simbolizan mi culpa y mi verdad interior. Mercedes, mi pareja, es mi refugio y también el lugar donde más me cuestiono. En cierto momento, expreso algo clave: a veces no estoy. Aunque mi cuerpo actúe, es como si mi conciencia se elevara y mirara todo desde afuera. Esa disociación se vuelve el centro del poema: el sentir que vivimos por inercia, o desde un lugar que no siempre reconocemos como propio. El poema termina con la conciencia convertida en un perro sin nombre, que me sigue aunque nunca lo crié. Una imagen que representa la culpa, la lucidez, y lo que no se puede olvidar. En resumen, este poema explora el contraste entre la vida visible y la vida interior. Habla de lo doméstico, lo emocional, lo espiritual… todo desde un lenguaje claro pero cargado de símbolos. Es un intento de ponerle palabras a ese momento en que, incluso en lo más cotidiano, uno se siente profundamente expuesto.
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 16
  • Usuarios favoritos de este poema: Carlos Armijo Rosas...✒️, rosi12
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