Los domingos de reunión, esa extraña comunión,
de alegrías tan sentidas… y de penas compartidas.
Se mezclaban el amor, el rencor, la decepción,
y entre risas encendidas, se colaban las heridas.
Era fiesta tan pagana, donde ardía el corazón,
aunque siempre había amor, también había discusión.
Nunca escasa la comida, todo en gran exageración,
y el licor que se ofrecía desataba algún renglón.
Las palabras, como lanzas, se cruzaban sin piedad,
aunque luego, entre abrazos, regresaba la amistad.
Los adultos, ya encendidos, confrontaban su verdad,
y los niños, divertidos… eran testigos sin edad.
Siempre ajenos, siempre alertas, tras los juegos, tras la risa,
percibían en el aire esa mezcla tan sumisa:
de cariño con tiranía, de lo dulce con lo cruel,
como un rito que se hereda bajo un cielo de papel.
Pocas veces armonía reinaba en tal reunión,
pero aún con sus tormentas, latía el mismo corazón.
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Autor:
Luis prieto (
Offline)
- Publicado: 26 de julio de 2025 a las 19:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Jaime Alberto Garzón, alicia perez hernandez, Lualpri
Comentarios1
Que lindo, Luis.
Tus palabras me transportaron directo a aquellos hermosos domingos de mi infancia en casa de mi abuela materna.
Eran rigurosas e infaltables reuniones.
Cada quién por la mañana llegaba desde su casa, los hombres si no era de asado, a charlar y jugar a las cartas, las mujeres todas a entenderse de la comida y por último, mi primo y yo a jugar y divertirnos durante toda la estadía.
Que hermosos recuerdos.
Muchas gracias por traerlos a mi mente!
Te dejo un fuerte y muy sincero abrazo.
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