Los relojes devoran luz sin tacto,
las horas se disuelven como tinta.
Oficinas neón jaulas de pacto
guardan las almas de sombra distinta.
Los pasos suenan a papel mojado,
los sueños bostezan desde el archivo.
Un teclado es un rito silenciado,
un ascensor, un féretro masivo.
Las paredes sudan cifras de escarcha,
hay pupilas que tiemblan sin aliento.
El tiempo se disfraza de esa hoz ancha
y corta la esperanza en movimiento.
El corazón, sello y coordenada,
ficha su nombre al borde del abismo.
Y en la rutina, muda y programada,
una voz canta: ¡No soy mecanismo!
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 26 de julio de 2025 a las 09:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 126
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Comentarios8
Un abrazo, muy buen sábado y gracias por tus letras, estimado amigo Justo.
Cuídate!
Saludos Luis, Buen sabado hermano.
JUSTO.
Los minutos, en la monotonía del trabajo en una oficina gris, parecen convertirse en horas, antes de la hora de salida.
Muchas gracias por compartirlo, poeta Justo.
Gracias por tu lectura y comentario Nelaery.
Saludos
Saludos.
Entre paredes inútiles de escarcha y corazones al borde del abismo esa voz canta en la vil rutina tal como un mecánico mecanismo.
Siempre me hundo en tus letras, amigo inteligente y leal.
Gracias por esto.
Gracias por venir a mi espacio, leerme y comentar Patricia.
Saludos.
El tiempo ... y casi nadie medita en ello
bellas letras poeta para
reflexionar
Las paredes sudan cifras de escarcha,
hay pupilas que tiemblan sin aliento.
El tiempo se disfraza de esa hoz ancha
y corta la esperanza en movimiento.
besos besos
MISHA
lg
Es cierto, vemos como pasa y no reparamos hasta que se nos viene encima.
Gracias por la lectura y comentario.
Saludos
Imagino, una oficina con tods sus ataduras y restricciones, ceñidas a un horario y a un jefe sin conciencia.
Buen poema Poeta amigo Justo Aldú. ✅✅✅🙋♂️
Buena imaginación Salvador. Y se puede replicar casi en cualquier lugar.
Gracias por tu lectura y comentario.
Saludos amigo.
✅✅✅🙋♂️
Los relojes son los notarios del tiempo, los que certifican que éste pasa veloz y no lo devuelve jamás. Son los, los relojes, los que tras atrapar este espacio de existencia nos recuerda que no es nuestro, que nunca lo ha sido en propiedad y sí sólo un préstamo en vida. Cuando descubrimos, la mayoría de las veces tarde, que el tiempo no es nuestro sino de quienes nos lo pagan es también, tarde, cuando descubrimos de nuestra esclavitud aceptada, sin má.
Tu reflexión me muestra un estado de represión colectiva de la que a duras penas sabremos, nunca, liberarnos.
Un saludo.
Qué certera y poderosa imagen la que compartes: los relojes como notarios del tiempo, implacables, fríos testigos de nuestro paso efímero. Es cierto, no somos dueños del tiempo, apenas lo alquilamos con trabajo, con obediencia, con rutinas que nos van diluyendo.
Tu reflexión me llega como una campanada lúcida en medio del bullicio: ese momento en que uno comprende —demasiado tarde casi siempre— que la libertad no es solo política o económica, sino también temporal, íntima, esencial. Y en esa comprensión, tan honda como amarga, empieza quizá la verdadera rebeldía: la de valorar los minutos no por su productividad, sino por su intensidad humana.
Saludos
Como dejamos pasar el tiempo así como si nada, como si fuésemos eternos...¡cuánto debemos seguir aprendiendo de cada instante! Disfrutarlo aunque estemos trabajando. ¿Acaso el tener trabajo y estar sanos ya no es razón para estar agradecidos y contentos por tener tanto? Claro que si...
Me encantó tu escrito, llevó a una reflexión tras otra al momento de estar leyendo, que inmenso.
Gracias por compartir temáticas profundas.
Y siendo algo atrevida, agregaré que muchas veces invitaría a pasar por una sala de sanatorio y hospital, es que trabajando de enfermera se ve la lucha de las personas por sanarse, esa fuerza que les nace y nos enseñan tanto. La mayoría de las personas preocupándose por qué el tiempo pase rápido para salir del trabajo y ellos simplemente anhelando poder seguir viviendo un minuto más para compartir con los suyos.
Perdón por escribir tanto, pero leyéndolo generó un montón de pensamientos.
No tienes que disculparte en absoluto… al contrario, gracias por abrir tu corazón con tanta sinceridad y profundidad. Todo lo que compartas, lo leeré con atención y aprecio, porque cada palabra tuya viene cargada de verdad y experiencia vivida.
Tu mirada como enfermera, como testigo de tantas batallas silenciosas por la vida, es un regalo para quienes a veces olvidamos lo esencial. Sí, cuánto dejamos pasar… como si fuéramos eternos. Y tú, desde ese lugar donde el dolor y la esperanza conviven, nos recuerdas que un minuto más puede ser un milagro.
Escribe siempre que lo necesites, que lo sientas, que lo sueñes. Aquí estaré, leyéndote.
Saludos.
Gracias Justo por criticar con claridad el sistema laboral moderno, las oficinas como cárceles de luz artificial, donde los cuerpos están pero las almas se ausentan. El poema conecta lo cotidiano con lo existencial sin perder fuerza poética.
En tu cierre hay un grito de humanidad. Después de todo el despojo, hay una chispa rebelde que se niega a ser máquina. Y eso cambia todo el tono: lo vuelve protesta, no solo retrato.
Abrazos y siento haber pasado tarde.
No es obligación pasar, leer ni comentar Ellie. A veces uno está cargado de trabajo. Yo saco a pasear al monstruo cada vez que me siento atiborrado de cosas. Tengo que preparar algunos trabajos y hacer un análisis larguísimo- No lo he terminado.
Gracias por leer y comentar amiga.
Saludos.
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