Los charcos,
como espejos rotos del amanecer,
reposan helados en la calle sin nombre,
donde las baldosas tiemblan de frío
y el silencio se arrastra con pasos descalzos.
Una escarcha leve borda los bordes,
como si la noche hubiera bordado
con hilo blanco los sueños del suelo.
Un perro, flaco y sin prisa,
camina entre los charcos
como si buscara una ausencia.
Su aliento se pierde en la bruma
y sus patas dejan huellas que nadie sigue.
Hay dignidad en la quietud,
en el frío que no pide nada,
en el lomo que resiste el invierno
sin dueño y sin palabra.
Y el mundo —tan lejano allá afuera— no ve esta calle humilde,
ni sus charcos breves, ni este perro que,
sin saberlo, guarda la memoria del barrio.
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Autor:
Cyprian Rivera (
Offline)
- Publicado: 25 de julio de 2025 a las 19:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., ElidethAbreu, Ricardo Castillo.
Comentarios1
Estimado poeta Cyprian,
Con imágenes delicadas y precisas, logras transformar una calle anónima y fría en un escenario íntimo, lleno de humanidad silenciosa.
El perro, los charcos, la escarcha… cada elemento es símbolo de algo mayor: la ausencia, la resistencia, la memoria callada de lo que fue.
Hay en tus versos una mirada compasiva, que no dramatiza ni exagera, sino que honra la quietud, la dignidad de lo simple, y el paso del tiempo en los márgenes.
Gracias por esta escena tan vívida y poética.
Me quedo con la frase “hay dignidad en la quietud”, como una verdad suave pero poderosa.
Un cálido saludo,
Lourdes
—Hay belleza en lo que el mundo ignora, y que incluso en los rincones más fríos, sobrevive la poesía.
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