La belleza es oír los trinos de las aves
que madrugan para despertarte.
Es recordar aquel abrazo de dos muchachas,
acaso dos niñas: la que empieza una vida
y la que empieza una muerte.
Es la imagen que se repite
en Antonio Gamoneda y su melancolía,
en su afán de nombrar el silencio de Dios
pues sabe que somos miseria y grandeza.
Es la música que no está hecha para los oídos,
es saber que has despertado recordando
la dulzura, buscando la dulzura,
como quien golpea las paredes de una mina.
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Autor:
lapiedraviene (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 24 de julio de 2025 a las 10:34
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., rosi12, alicia perez hernandez, EmilianoDR, JUSTO ALDÚ, Pilar Luna, ElidethAbreu
Comentarios1
Una meditación delicada y profunda sobre la belleza como fulgor fugaz, como huella emocional y resonancia de lo inasible. Aquí, la belleza no es adorno, sino revelación: el trino del ave, el abrazo entre la vida y la muerte, la sombra de Gamoneda y el silencio de lo divino. Todo confluye en esa última imagen poderosamente simbólica: buscar dulzura como quien golpea en la oscuridad de una mina… con la esperanza de encontrar luz. Sobrecoge y acompaña.
Saludos,
Gracias por el comentario, me parece muy bueno. Saludos
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