La Yema (lo más rico para el final)

Matias Yurgas

- Lo más rico para el final.

— decía mi madre,

cuando éramos chiquitos —

y la idea se me quedó.

 

- Lo más rico para el final.

— le habrá dicho mi abuela,

a mi madre cuando era chica —

y la idea quedó con ella.

 

A sus sesenta y tantos

sigue sumergiendo el pan

en la yema del huevo,

lo amarillo para el final.

 

Quizás por eso

es que de grandes

nos dejamos para lo último

y sentimos que está bien así:

 

Que así es como debe ser,

que lo más rico para el final,

que se empieza

por lo más desabrido

 

Que primero

nos ocupamos de los demás,

los servicios de gas

y las deudas a pagar.

 

Antes están los viajes,

la familia, los amigos,

el vecino, la mascota

y la fotito de la Red Social.

 

Pero para cuando nos toca

ya llegamos cansados,

sin ganas o desmotivados,

fríos y sin sabor.

 

Porque el riesgo de dejar

lo más importante para el final

es que nos agarre ya sin hambre.

Sin hambre de glorias, y de merecer más.

O quizás,

les pudo ocurrir una vez,

que alguien que empezó por sí mismo

los devoró al pasar.

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Comentarios +

Comentarios1

  • Alberto Escobar

    Me gustó mucho la reflexión, Mati, pero al final dices que quien empezó por sí mismo los deboró al final ¿con "los" a qué te refieres? Un abrazo y felicidades.

    • Matias Yurgas

      Alberto, muy buenas tardes. Muchas gracias por comentar y la pregunta.
      Ese "los" refiere a que si alguien inicia priorizándose a sí mismo, sin "dejarse para el final" siempre, será alguien que podría deborarnos a nosotros si siempre hacemos aquella mecánica de "dejarnos para el final a nosotros mismos".

      Se trata de saber encontrar ese equilibrio: A veces ponernos en primer lugar, y entender que en ocasiones, quizás, es mejor esperar a un lado.

      Espero sirva la aclaración. Muchas gracias!

      • Alberto Escobar

        Quieres decir, entiendo, que si siempre nos dejamos para el final seguramente la vida nos pondrá en frente a un contrario para que aprendamos que debemos buscar el equilibrio —entenderemos que si somos egocéntricos podemos arrasar al prójimo y que nos arrasen en caso contrario—.

        • Matias Yurgas

          Correcto. Pero no necesariamente existirá esa presencia de un "otro" como tal, sino que podría manifestarse como "la vida misma". Nosotros contra nosotros mismos, esa es la verdadera dualidad, esa es la batalla más difícil. Entender que, a la larga, los demás no nos dañan si no lo permitimos, y viceversa. Somos, al final, ambas caras de la misma moneda.

          • Alberto Escobar

            Nada significa nada por sí mismo. El significado se lo damos nosotros. Escuché a una chica que sabe de esto, Covadonga Pérez-Lozana, que metafísicamente no existe el otro, que el otro es como un espejo donde nos miramos, nada más, y esa es la función que tiene, y así conocernos, que es nuestra misión en la vida.



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