Matias Yurgas

La Yema (lo más rico para el final)

- Lo más rico para el final.

— decía mi madre,

cuando éramos chiquitos —

y la idea se me quedó.

 

- Lo más rico para el final.

— le habrá dicho mi abuela,

a mi madre cuando era chica —

y la idea quedó con ella.

 

A sus sesenta y tantos

sigue sumergiendo el pan

en la yema del huevo,

lo amarillo para el final.

 

Quizás por eso

es que de grandes

nos dejamos para lo último

y sentimos que está bien así:

 

Que así es como debe ser,

que lo más rico para el final,

que se empieza

por lo más desabrido

 

Que primero

nos ocupamos de los demás,

los servicios de gas

y las deudas a pagar.

 

Antes están los viajes,

la familia, los amigos,

el vecino, la mascota

y la fotito de la Red Social.

 

Pero para cuando nos toca

ya llegamos cansados,

sin ganas o desmotivados,

fríos y sin sabor.

 

Porque el riesgo de dejar

lo más importante para el final

es que nos agarre ya sin hambre.

Sin hambre de glorias, y de merecer más.

O quizás,

les pudo ocurrir una vez,

que alguien que empezó por sí mismo

los devoró al pasar.