En el umbral del sol, cuando la
despierta el orbe con su luz primera,
un botón de rosa, aún sin aurora,
en su cuna de verde se esmera.
Pequeño nudo de promesa encierra,
un secreto carmesí por desvelar,
la ternura de la tierra que lo encierra,
un silencio de aroma, a punto de estallar.
No hay nombre que lo marque, ni mano que lo siembre
con pretensión de fama o de renombre,
solo el rocío de la noche que lo cubre,
y el susurro del viento que lo asombre.
Anónimo en su tallo, humilde y puro,
espera el beso cálido del día,
su destino de pétalos, seguro,
la ofrenda de su efímera alegría.
Quizás lo mire un ave al pasar volando,
buscando el nido entre el follaje denso,
o el sol, con su rayo lento, acariciando,
le descubra el misterio más inmenso.
No sabe de pasiones, ni de amores,
ni de adioses que el tiempo desvanece,
solo la ley de sus propios colores,
la sabia esencia que en su ser florece.
Es un regalo mudo, sin remitente,
para el ojo que sepa detenerse,
para el alma sensible, que latente
sienta el milagro antes de perecerse.
En su quietud reside la belleza,
la perfección de un sueño no contado,
una pequeña y dulce fortaleza,
un corazón de seda, aún cerrado.
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Autor:
Máx (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 13 de julio de 2025 a las 10:25
- Comentario del autor sobre el poema: su fragancia invisible se expandirá, y un alma solitaria, de aquel pobre, su efímero esplendor recordará. Porque un botón de rosa, anónimo y callado, lleva en su ser la eternidad que dura, un eco de lo puro y lo sagrado, la promesa de una vida futura.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 1
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