12 - VII- 2025
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Navegando en mi sangre,
lleno de glóbulos, torrentes,
surcando la vida entre mis nubes.
Entre mis corpúsculos, entre mi piel,
con mis huesos y músculos,
entre lo infinitesimal.
Entre mis secretos,
entre lo que no se ve,
pero está ahí, agitando,
entre lo gigantesco, ahí voy.
En mi misterio, en mis reflejos,
con mi piel que se renueva,
siguiendo las líneas,
surcando la vida.
Esa vida mía,
único,
inusual,
perfectos,
en lo peculiar.
Bailando con ondas,
remirando con ojos nuevos.
Retratando una vida inmensa, finita,
entre lo obscuro, entre luminoso, en lo gris,
invisible, fuera de mi propio tiempo.
Fascinado conmigo mismo,
enamorado de todo,
pequeño en mí.
Contradictorio,
entre lo inabarcable,
inalcanzable para muchos.
En mis propios rincones de luz,
navegando en la música,
cerrando los ojos.
Soñando,
en color,
en blanco,
en negro y gris.
Recreando la vida,
transformando todo,
mecido en mi alquimia.
Sencillo y elegante,
desplegando
palabras,
Sílabas,
duro,
suave,
tierno,
a veces.
Entre todo,
entre nadie,
en el espejo.
En el futuro,
ya muerto,
viviendo,
a través,
horas,
largas,
esa vida,
apagada.
Renaciendo,
resurgiendo,
de la muerte,
esa no vida,
milagros,
hilos,
aire,
poder.
Poderoso,
creador de algo,
ese algo insospechado,
en mi propia metamorfosis.
Con tantas vida, tantas muertes,
en los hilos, en las pendientes, en el peligro.
Vida excepcional, entre secretos,
en mis torrentes de sangre,
veloz, y pausado.
Contradictorio,
sin reglas,
con normas,
viviendo a pesar,
muriendo a ratos.
Entre el aire y yo.
La vida pasa,
tiempos
distintos,
marcando,
a mi compas.
En mi ritmo,
en mis ondas,
sin miedos,
a perder,
el aire.
Sin pausa,
sin aliento,
la vida pasa,
y yo me miro,
desde dentro.
Y me fascino,
de ser yo,
enamorado,
de ese ser,
que pasa,
de puntillas,
entre golpes.
Surcando,
ese aire,
que se va,
entre aire,
entre milagros,
y me evaporo,
y renazco al fin,
en palabras de aire.
En mi mundo oculto,
en ese otro lado de mí,
y giro y me miro siempre,
me miro y remiro.
Y volaré,
en palabras,
y me haré cenizas,
de huesos y carne ardiente.
Y cuando no éste,
te susurré,
aire,
aire de vida,
ese aire regalado,
que sopla siempre,
a pesar de no esté,
Mientras suena,
esa música,
del aire,
del aliento,
de los muertos,
entre la vida de otros,
y el mundo que se nos fue.
Mientras el torrente,
sigue surcando,
el cielo,
de la tierra,
y yo no sé dónde,
pero seré parte de algo,
ese algo de olvido,
de palabras,
que renacerán,
en ese algo más,
que al final queda,
cuando no hay nada.
Entre lo insignificante,
en el devenir de la vida,
lo sublime de lo anodino.
en el misterio de mi vida.
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Autor:
Carlos Alberto Bustillos (
Offline)
- Publicado: 12 de julio de 2025 a las 16:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: Una voz
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