Soy la otra.
Tu otra.
La suspendida en el tiempo,
por encima de lo absoluto,
de lo monocolor,
de lo admisible.
Por detrás de las ventanas
y del griterío de los niños.
Soy la otra
y soy ninguna,
y me observo a mí misma
desde un pasillo extraño
donde vuelven a pasar
todos los niños
ya sin ganas de correr.
Tu otra.
Tú, mi uno.
Mi Uno que es el uno,
y se alimenta —como yo— de las ausencias,
de toda la juventud ámbar
que se desbordó a nuestras espaldas.
Y juntos somos uno,
irrepetibles en lo invisible,
como si el amor nos hubiera pensado antes del mundo.
Únicos.
Hechos de una sustancia leve,
de todo aquello que no ha sido,
pero persiste,
como si el tiempo, al ser tiempo,
pudiera negarse a sí mismo
su lugar.
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Autor:
Belina Fernández (
Online)
- Publicado: 11 de julio de 2025 a las 20:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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