Belina Fernández

LA OTRA

 

 

 

 

Soy la otra.

Tu otra.

La suspendida en el tiempo,

por encima de lo absoluto,

de lo monocolor,

de lo admisible.

Por detrás de las ventanas

y del griterío de los niños.

 

Soy la otra

y soy ninguna,

y me observo a mí misma

desde un pasillo extraño

donde vuelven a pasar

todos los niños

ya sin ganas de correr.

 

Tu otra.

Tú, mi uno.

Mi Uno que es el uno,

y se alimenta —como yo— de las ausencias,

de toda la juventud ámbar

que se desbordó a nuestras espaldas.

 

Y juntos somos uno,

irrepetibles en lo invisible,

como si el amor nos hubiera pensado antes del mundo.

Únicos.

Hechos de una sustancia leve,

de todo aquello que no ha sido,

pero persiste,

como si el tiempo, al ser tiempo,

pudiera negarse a sí mismo

su lugar.