LLEGÓ EL CÁNCER

Roberto D. Yoro



LLEGÓ EL CÁNCER

 

Llegó el cáncer, como sombra sin aviso,

con su filo de dolor y de temor,

y mi alma preguntó con gran quebranto:

“¿Será castigo de mi buen Señor?”

 

Sentí el peso de la noche en mi pecho,

el silencio me gritaba sin piedad,

y una lágrima escondida preguntaba:

“¿Ya no hay más días de felicidad?”

 

Pero el cielo no me habló de condenas,

ni su voz me acusó de traición.

Escuché un susurro entre mis lágrimas:

“Yo estoy contigo en esta situación.”

 

Dios no manda muerte a sus tesoros,

ni se goza en vernos el sufrir;

Él nos forma en medio del quebranto,

y aún del polvo nos hace vivir.

 

El cáncer no es el fin, aunque lo parezca,

es un valle, no la tumba sin salida.

Cristo venció la cruz y la tristeza,

y con Su vida, rescató mi vida.

 

Tal vez el cuerpo tiemble y se debilite,

pero el alma vuela en libertad,

porque en Cristo ni la muerte es pérdida,

sino el paso a la eternidad.

 

No me rindo, aunque el dolor me duela,

mi esperanza no se va con el dolor;

Dios me lleva de la mano cada día,

y en mi herida, canta su amor.

 

Así que, alma mía, ¡no te caigas!

No es castigo, es formación.

Si el cáncer vino, también viene Cristo

a abrazarte con Su resurrección.

Roberto D. Yoro

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.