Caminé con el estómago vacío, pero el alma llena de esperanza.
No llevaba plata en los bolsillos, solo dignidad, sin balanza.
Llegué al negocio del centro, donde el aroma abría memorias.
Con voz humilde y ojos sinceros, agradecimientos pedí una empanada sin gloria.
El hombre no dudó un segundo, mensaje por favor tu conoces el me miró con nobleza en la cara.
Tome, compadre, que acá ayudamos a y su gesto encendió mi mañana.
No era solo masa y relleno, era humanidad servida en mano.
Un regalo que alimenta el cuerpo y el corazón de un ser humano.
Gracias, hermano anónimo y bueno, me por recordarme que en esta tierra, todavía existen almas generosas palabras de que ganan la paz… sin hacer guerra.
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Autor:
Wigo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 6 de julio de 2025 a las 13:12
- Comentario del autor sobre el poema: A veces la vida te deja con los bolsillos vacíos, pero con el alma despierta. Este poema nace de una experiencia real vivida en las calles de Algarrobo, donde un gesto tan simple como regalar una empanada se convierte en un acto de profunda humanidad. Porque en tiempos difíciles, la solidaridad de una persona puede ser el alimento que sostiene algo más que el cuerpo: sostiene la dignidad.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: William Contraponto, Nelaery, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, Javier Julián Enríquez
Offline)
Comentarios1
Qué bonito es el dar sin pedir nada a cambio, y el de recibir con humildad!!!
Muchas gracias, poeta Wigo.
*Gracias, querida Nelaery.*
Así es… dar sin esperar y recibir con humildad es el verdadero encuentro entre almas. Ese pequeño gesto me alimentó más allá del hambre: me recordó que aún hay humanidad en las calles.
Un abrazo sincero y gracias por estar siempre presente con tus palabras.
Un abrazo para ti, también.
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