Silencio que pesa, sombra que abraza,
ausencia que llena más que la presencia,
la soledad camina descalza
sobre los restos de mi paciencia.
No pide permiso, no llama a la puerta,
se instala en mi pecho como si fuera su hogar.
Y aunque a veces la quiero muerta,
me enseña a mirar sin dejar de llorar.
Habla en murmullos cuando todo calla,
susurra verdades que nadie me dio.
Y aunque mi alma a veces se halla
rota y herida, soy solo yo.
Me acuna en las noches, me cubre de escarcha,
me viste de sombras y de eternidad.
Es cruel y es tierna, mi única marcha,
mi espejo más claro, mi fiel soledad.
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Autor:
JPMV (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 6 de julio de 2025 a las 02:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: Henry Alejandro Morales
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