Un páramo de sal y piedra yerta, donde la vida su final anida, y el eco es voz de una canción perdida, se extiende el alma como estepa abierta.
No queda el rastro de tu mano experta que fue caricia, música y guarida; tan solo el tiempo, en su tenaz huida, me deja con la soledad desierta.
El sol es mancha de un fulgor lejano, la luna un trozo de metal doliente, y el viento arrastra un lúgubre murmullo.
No espero nada, pues te espero en vano, y todo es yermo, frío y penitente, que es solo polvo, eco de tu arrullo.
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Autor:
Damián faune ponts (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 5 de julio de 2025 a las 03:07
- Categoría: Triste
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
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