Señora, de la que tanto he deseado
tener su talle en mis manos,
Qué cada noche, al Dios Pothos;
elevó mis ruegos.
En ellos suplico, que mi deseo
me sea concedido,
Y en tu piel morena, saciar
esto que traigo escondido.
En cada muslo erigir un altar
a Eros y a Dionisio,
Para explorar tú intimidad
y ofrecerte un sacrificio.
Bañarme en las cálidas aguas
qué emanan de tu cuerpo,
E ir juntos a tocar el cielo,
ese cielo revestido de deseo.
Pero no hay que festinar,
algo que es difícil de pasar,
Pues desear que suceda algo,
nunca será igual que rogar.
He de ser realista, y dudo
que se cumpla mi sueño,
Pues a mí edad, esto que tanto deseo
solo ocurre en mi cerebro.
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Autor:
Bonifaccini (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de julio de 2025 a las 14:14
- Comentario del autor sobre el poema: Con frecuencia el amor y el deseo no mueren con la edad.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: Sir. Black Lyon, rosi12, ElidethAbreu, William Contraponto, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Gracias poeta.
Con la edad es bueno recordar los luminosos momentos.
Abrazos.
Así es...decía mi abuela: solo los recuerdos quedan.
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