Seducción

Raúl Carreras

Gozar de la liturgia misteriosa

plasmada en la caricia;

hacer de la epopeya del hechizo

encantador enigma.

 

Rendir los ojos castos

al valor de sonrisas atrevidas;

dejar que las mejillas se sonrojen

si el labio dulce osado te suspira.

 

Tentar con sugerente decisión

las mentes indecisas;

perder la timidez

si sientes que palpita

a fuego un corazón

que otrora reposaba entre cenizas.

 

Coser al alma inerte

las hebras de las almas fugitivas;

saber que en el halago persuasivo

se atisba la voraz galantería.

 

¡Seducir con el verbo y la mirada!

A veces de pupila,

en otras con la voz y la palabra,

mas siempre entre las sombras clandestinas,

si acecha la pasión,

urdiendo la espiral de la conquista.

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