Me gustaría...

Alberto Escobar

 

 

 

Algunas monedas
tenía alguna, roto
el bolsillo en una sola
costura, una esquina,
hilván caducado,
y la moneda corría
tergal abajo a descansar
del rigor gravitatorio,
cupo al poco en ese hueco,
se escurrió pernera abajo,
y el calcetín, ajustado, no supo
cómo retenerla, y el botín,
también ajustado, no dio
abasto a su circular descenso,
inevitable, hacia la acera,
y hacia la pérdida, el olvido,
y, cuando hube de contar
con ella, con su valor facial,
mis dedos, en pinza, índice
y pulgar conjurados, no dieron
a tocarla, y se crisparon
a la desazón derivada
de una pérdida definitiva, 
irrevocable, irreversible, 
y las patatas fritas que ya,
creyéndolas conmigo, estaba
degustando en la imaginación,
cayeron como al hueco hondo
de una escalera, de caracol,
tal fuera un caracol cualquiera
símbolo, icono, de un fracaso,
de manera que volvieron
al lugar de donde vinieron
—ipso facto—, y la saliva acumulada tuvo 
que viajar sin el barro beige
de la patata ya masticada...
Tres monedas exactamente, 
una de veinte, otra de cincuenta
y otra de un euro —ojalá vayan
a parar a un bolsillo perentorio,
más precisado que el mío—.
Ojaláaaaa. 

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Comentarios +

Comentarios1

  • Carlos Eduardo

    Si algo ha de fallar, sucederá.

    Un poeta en esencia es un ser inútil, poco o nada prevé fuera de lo fantástico.

    Un abrazo amigo, partner

    • Alberto Escobar

      Somos como seres prescindibles, que vivimos en la inopia de un idealismo, en una nube sampédrica jaja. Menos mal que siempre busco el suelo para no caerme desde tan lejos jaja. Otro para ti, socio.



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