Súbitamente, un desmadejamiento de orejas, patas y pelos pasa como una exhalación y se aleja sendero adelante, dejando una estela de polvo de nieve y un zumbido, como de un galope sordo y embarullado. Se produce un frenazo y un “derrapage” y la madeja se dirige directamente a mí; sólo un brusco cambio de dirección en el último momento evita el atropello y, como un torbellino, me roza las botas. La nieve está fresca, la mañana fría y soleada, espléndida. Después de repetir la desenfrenada carrera por quinta, por sexta vez... Pepa se detiene y me mira de una forma parecida a la que utilizan los niños cuando culminan su última proeza en el tobogán. Está exultante. Y yo me siento bien. La montaña me produce siempre la misma sensación. En contraposición con la ciudad, es un escenario tan poco artificioso que, curiosamente, parece casi irreal. Pisar, además, nieve virgen, en ese entorno, me ayuda a evadirme de la realidad.
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Autor:
Antonio Castiñeiras (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 20 de junio de 2025 a las 15:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, Nelaery, Pilar Luna, Classman, El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Gracias poeta Antonio y muchos deseamos evadir la dura realidad.
Abrazos y placer de leerle.
Precioso poema que describe el gozo que siente un animal en plena naturaleza, disfrutando cada momento, libre de ataduras.
Muchas gracias por compartirlo, porta Antonio Castiñeiras.
gracias...
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