De la mente diáfana en su esencia,
que al empíreo eleva su quebranto,
donde el astro, en su fúlgido manto,
transmuta en sacra luz su trascendencia;
la efímera razón, débil presencia,
en lóbrega mansión ahoga el canto,
y al ímpetu que exhala dulce encanto,
le impone cruel y acerba penitencia.
¡Oh, inefable dolor, culpa inclemente!
Que el orbe sideral en su hermosura
confunde al pensamiento, ya doliente;
la bóveda celeste, refulgente,
trasciende del mortal toda cordura,
danzando en plenitud, resplandeciente.
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Autor:
Javier Julián Enríquez (
Offline)
- Publicado: 16 de junio de 2025 a las 14:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: liocardo, Andy Lakota👨🚀, Tommy Duque, Antonio Pais
Comentarios1
Muy gongoriano para mí capacidad 😊
Pero lo pillo.
Saludos.
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