La memoria que guarda mi cuerpo
es un fuego que aprendió a bailar
solo con el ritmo del viento.
No se apagó, solo se volvió silencio.
La nostalgia no vive en la mente,
habita en la pausa del aliento
cuando se nombra lo que duele.
El iluso corazón
aprendió el duro oficio de escribano
su tinta dejo correr como rio sin cauce
sus letras no revelaron ningún secreto.
Mi tiempo caminó a ciegas,
nunca trazo líneas rectas
tanteo días, tallando en piedra
el breve destino de una flor sin nombre.
Tan pequeña y breve
y que, sin embargo, en ella floreció
todo un universo y que abandono
sin embargo, sin ningún epitafio.
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Autor:
Isel (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 16 de junio de 2025 a las 00:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
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