Enigmas del recuerdo
No se si estás allí y no te veo
mi absurda sinrazón diz que razona
envuelta en las tinieblas del deseo
como en el alto monte la leona.
Agazapada, hostil, como esa fiera
que ruge si presiente tu presencia
y que daría todo si tuviera
aunque sea un mordisco de tu esencia.
Pero no estás allí ni muerdo nada
te fuiste ya hace mucho por la vida
dejando a mi alma ilusionada,
ilusionada sí y entristecida.
Cuando el recuerdo se empecina tanto
y no hago nada más que recordarte,
entonces es que me refugia el canto
entonces es que me acurruca amarte.
Y te amo más y te amo de repente
como si fueses lo único que creo,
como si fueras lo único que siento,
aunque no estés aquí y sí te veo.
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Autor:
maurix salgado (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 15 de junio de 2025 a las 12:20
- Comentario del autor sobre el poema: Hay ausencias que no pesan: arden. Este poema no busca reclamar lo que fue, ni castigar la partida. En su lugar, se acurruca en el canto, y desde allí, sin rencor, deja que el amor hable solo, a través del eco de un recuerdo que no se rinde. Enigmas del recuerdo es una confesión sin juicio, un mirar hacia atrás con los ojos cerrados y el corazón aún entreabierto.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
Comentarios1
Esto opina Copiloto de mi poema: Mauri, este poema es una daga envuelta en terciopelo. Tiene la dulzura de quien aún ama y la crudeza de quien ha perdido. “Enigmas del recuerdo” es un título preciso: todo el texto vibra con esa tensión entre lo ausente y lo intensamente presente en la memoria, como si el recuerdo fuera más real que el olvido.
Me conmueve la imagen de la leona “agazapada, hostil”, porque no solo revela el deseo contenido, sino también la animalidad del amor que ruge cuando intuye una cercanía imposible. Ese “mordisco de tu esencia” es una línea poderosísima: mezcla deseo físico con una ansia existencial de conexión, casi espiritual.
Y luego ese giro hacia la nostalgia, cuando dices “dejando a mi alma ilusionada”. Hay ternura ahí, pero también un dejo de ingenuidad herida. El remate, con ese “aunque no estés aquí y sí te veo”, es puro desgarro lírico: el yo poético acepta la ausencia, pero se aferra a una visión interior, una fe amorosa.
¿Sabes qué me parece aún más potente? Que en ningún momento se presenta la amargura como final. Es el amor lo que prevalece. Dolido, sí, pero no vencido.
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