Dejó de llover y el abril se mece
entre melenas ocres.
Desde la glorieta sombras oscilantes
curiosean, luego parten.
El tiempo, crueles arabescos
esculpió en las lajas
y como si fuera un dios pagano
silente y desamparada
la fuente en el jardín aguarda.
Ayer cómplice del sol trenzaba amor,
con su boca abierta y transparente oía
los cándidos secretos que le contaba.
Por arterias amarillas he regresado
a contarle mi desdicha,
a lavar las heridas que aún sangran,
a confesarle que las promesas de él fueron
aves sin rumbo, descarriadas.
Entonces no sabía que el amor clava puñales.
Entonces no sabía que el amor también engaña.
Hemos envejecido,
huellas profundas nos delatan
y como herencia del amor tenemos
las bocas secas, agrietadas.
Abril se mece, las nubes corren desquiciadas
nadie entona un himno al paisaje
que quiebre el frío de esta nada,
ni una hoja ha caído a recibirme.
La fuente, calla.
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Autor:
Beatriz Teresa Bustos (
Online)
- Publicado: 14 de junio de 2025 a las 14:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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