Pocos saben que Lula aún barre las calles de Fresnillo.
Aunque su cuerpo ya no cruce la Hidalgo ni la Juárez,
aunque su escoba ya no roce el piso del Jardín Madero,
Lula sigue ahí,
como un viento tibio,
como un susurro que despeina el polvo.
El pueblo la vio a ella y a su hijo mil veces, sin verlos nunca.
Así pasa con los que fueron grandes desde el silencio:
no necesitan estatuas,
porque flotan sobre los pasos del tiempo,
y se anidan en los rincones de la memoria.
Pocos saben que Lula aún barre las calles de Fresnillo…
pero si cierras los ojos,
oirás su escoba firme
barriendo no solo las piedras,
también el olvido,
y ella tendrá ese sombrero de paja que siempre hechizó al sol recalcitrante del mes de mayo.
Siempre con "Mijares", su hijo, su fiel escudero:
un hombre de ojos soñadores y cielo abierto, un hombre con mirada de niño que nunca se rompió.
Lula barrió las calles del pueblo con una dignidad
—que solo quienes aman lo que hacen— pueden sostener.
También leía las cartas, no para jugar, sino para comprender destinos,
o quizás para entender el suyo.
Ella y "Mijares" no fueron parte de los libros
tampoco de los registros oficiales
pero sí personajes eternos.
Nadie les dió medallas.
Ni les levantó una placa
Nadie estrecho sus copas con el mejor vino para homenajearlos
pero en cada calle donde cruje el atardecer
hay algo de ellos.
Porque el cariño, la admiración y el asombro no necesita de jueces para perdurar.
Porque hay personas que no se van… simplemente se vuelven parte de la Historia.
Lula no murió… se volvió viento.
Ahora, en Fresnillo,
cuando el viento gime con nostalgia
alguien jura haberlos visto,
barriendo las calles,
tejiendo la esperanza de un Fresnillo mejor.
Porque hay almas
que no se entierran:
se inmortalizan en el corazón de una ciudad.
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Autor:
Astronauta (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 8 de junio de 2025 a las 19:41
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez
Comentarios1
Es cierto que hay que tener memoria de todos, yo tengo memoria de la gente buena y mala, pero he allí el engaño, nadie es bueno, porque nadie puede tirar la primera piedra, ya que nadie es libre de pecado, por pequeño que sea. En eso radica que debe haber justicia según las obras, y nadie merece ganar ese juicio por obras propias pués todos hemos obrado mal alguna vez en la vida.
Saludos estimado poeta y Dios le bendiga.
Abrazos Muchas gracias por comentar Saludos
A ti por tu poesia, gracias.
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