El día que me muera -siempre a destiempo-
que nadie cierre las ventanas:
dejen que el polvo siga su danza
y las veredas bostecen como cada mañana.
Que el bien común respire aliviado,
por fin sin mi costumbre de doblar
los mapas hasta que pierdan el norte
y convencer a las escaleras de subir hacia abajo.
Yo me iré, liviano,
con la torpeza exacta del que nunca supo caminar derecho,
dejando atrás un cajón de preguntas sin sellar
y aquel archivo de silencios en hojas dobladas,
tachonadas de lapicera que jamás quiso borrar nada.
No habrá epitafio importante,
apenas un garabato en la esquina del aire.
Y si alguien tropieza con mi ausencia,
que tome mi nombre como marcapáginas
en su libro favorito de absurdos cotidianos:
allí donde la realidad siempre pierde
por un punto y coma de distancia.
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Autor:
Javier. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 7 de junio de 2025 a las 10:06
- Categoría: Triste
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Andy Lakota👨🚀, ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z., JUSTO ALDÚ, liocardo
Comentarios2
Gracias amigo poeta por estos versos para la partida a otras esferas.
Un placer leerlos y gracias por compartirlos.
Saludos cordiales.
Me permito no echarte de menos cuando te sigo en la senda del olvido de viento ni echarme de menos a mí, suponiendo que hubiera algún mí al que añorar.
Me permito desandar hacia el pasado prenatal cuando llegue al futuro posmortem.
Abrazo de eternidad
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