CAMINO DE NIÑEZ
En las primeras luces del alba, cuando el sol apenas asomaba entre las nubes, un murmullo de voces infantiles comenzaba a agitar las calles de Cuzco. Los niños, como pequeñas aves migrantes, se agrupaban en las esquinas, esperando el microbús que los llevaría al colegio. Algunos llegaban de la mano de sus padres, sus risas y juegos resonando como ecos de alegría, mientras otros, más solitarios, se aventuraban en el viaje con la seriedad de quienes llevan el peso del mundo en sus pequeños hombros.
Las caras de esos niños reflejaban un mosaico de emociones. Algunos mostraban la chispa de la anticipación, la alegría de reencontrar a sus amigos, mientras que otros, con miradas apagadas, parecían arrastrar el peso de la obligación. El sonido del motor del microbús se mezclaba con el bullicio de la ciudad, creando una sinfonía caótica que acompañaba sus pasos hacia el futuro.
En un rincón del bullicioso paisaje, me detuve a observar. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y la imagen de mi propia niñez regresara a mí con una claridad sorprendente. Recorría las calles de mi pueblito lejano, un mundo sin microbuses ni taxis, donde la vida transcurría a un ritmo distinto, más pausado. Recordaba esos días en el jardín, donde la inocencia se entrelazaba con la libertad de correr descalzo por la tierra, de jugar sin preocupaciones, con el cielo como único límite.
Mi tierra ha cambiado, y aunque el progreso ha traído consigo un bullicio que a veces abruma, también ha abierto puertas a nuevas oportunidades. Los niños de hoy, con sus mochilas llenas de libros y sueños, son los portadores de un legado que se transforma. A medida que el microbús avanza, se llevan consigo la esperanza de un futuro brillante, donde la risa y la amistad sigan siendo el motor de su aprendizaje.
Aún así, en mi corazón, guardo un rincón especial para aquellos días sencillos, para la magia de crecer en un entorno donde la naturaleza y la comunidad eran el tejido de nuestra existencia. En la mirada de cada niño que pasa, veo reflejada esa esencia del Perú profundo, un país en constante cambio, pero que nunca olvida sus raíces. La alegría y la nostalgia se entrelazan en un abrazo invisible, recordándonos que, sin importar el camino que elijamos, la infancia siempre será un viaje inolvidable.
© Corazón Bardo
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Autor:
CORAZÓN BARDO (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de junio de 2025 a las 23:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR
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