Acá entre nos le decían "Navarrete".
Nadie sabía su nombre.
Quizás lo dejó tirado en un charco de la Avenida Hidalgo, cuando la lluvia se llevó la última voz que lo llamaba.
Deambulaba por las principales avenidas de Fresnillo,
y en sus últimos días, por la central de autobuses.
Como un eco que no encuentra garganta,
como una sombra que olvidó la memoria en la banqueta del Jardín Obelisco.
Dirigía el tránsito como si la calle fuera el centro del universo.
Como si él fuera un Dios: el tenor oficial del cosmos.
Todas las vitrinas, los autos y las risas lejanas rebotaban a su compás.
Pocos realmente lo contactaban:
ni los transeúntes,
ni los que ofrecen milagros en domingo,
ni los niños con uniforme.
Era más fácil esquivarlo que ayudarlo y preguntarse por qué seguía ahí,
como una grieta que nunca cierra.
A veces cargaba bolsas y cajas de cartón que no contenían nada.
O tal vez sí:
pedazos de cielo,
migajas de un Dios que olvidó bajar.
No sabía en qué año estaba,
ni si el reloj del Teatro Echeverría aún daba la hora correcta,
ni si quedaba plata en la tierra o solo recuerdos de lo que fuimos.
Pero había tardes —raras—
en que alzaba su silbato.
Y su voz, rota como vidrio viejo,
se esparcía por nuestras calles.
El hombre que casi nadie vio
lo sabía todo.
Y por eso nunca hablaba,
o hablaba poco.
Porque la palabra es un lujo
que solo cobra sentido
cuando alguien escucha.
Yo lo vi hablar con las palomas,
compartir migajas
y cubrirse con cartones
como si fueran alas rotas.
Yo lo vi en un andén sin tiempo,
náufrago de las madrugadas,
cargando las ruinas de un Dios
vencido.
Navarrete lo ignoraba todo,
quizás porque lo había visto todo
y había entendido que nada era suyo:
ni la acera,
ni el cartón,
ni el recuerdo.
Hoy ya no está.
Navarrete se ha ido.
Los ancianos dicen que no.
Que él vive en el aire.
Que su silbido es eterno y se ha fijado
en la memoria colectiva del pueblo de Fresnillo.
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Autor:
Astronauta (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 31 de mayo de 2025 a las 11:52
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Una voz, Pilar Luna, LORENZO ARATU, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios2
Magistralmente retratas la indiferencia y el sufrimiento humano, pero la cual tiene un rostro que aunque quiera hacerse a un lado nos perturba en la memoria, o nos perturba en la misma indiferencia.
Dios te bendiga.
Me gustó el mensaje tristemente real que, con esa narrativa, sinceramente, me hubiera gustado haberlo escrito.
Un abrazo.
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