No hay peor ciega que aquella que no se ve en el espejo desnuda,
con canas, arrugas y teta desinflada, que apunta hacia el suelo,
los dientes de oruga , los ojos borrosos, rendidos al tiempo, ¡derrotados por el viento!, ya todo ha cambiado...
la oruga persiste, tan solo son ruinas y tristes reliquias,
hoy hay telarañas, aquellos rincones que fueron encanto,
esos manantiales, con aguas sagradas, de miel y de menta
y montes frondosos, de bellos cachorros y toros hermosos,
hoy todo está seco, mil canas en pubis,
¡0h musa de infarto y bella doncella!,
con pechos erguidos, tan duros y dulces
y que hoy ya no están y nunca estarán,
recuerdos acechan, migraña y angustia,
su bella silueta, marchó y la dejo,
gloriosas faenas, recuerdos ardientes de musa caduca,
delirios y sueños, ya son pesadillas,
e intenta surgir en tenue arrechura,
intensa mañana lejana y oscura,
ya llega la tarde y ya nada arde,
y en gran sufrimiento la inunda la noche,
la colma de angustia, de llanto y reproche, aquella faena, inmensa locura.
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Autor:
titánico (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de mayo de 2025 a las 16:46
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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