Una noche sellé con la Muerte un juramento,
que cuando ella llamara, yo debía ir sin voz.
Firmé con sangre y un susurro al viento,
dejando mi alma atada a su velo atroz.
Pasaron los años y olvidé el acuerdo,
pero ella no olvida, ni cambia su ley.
Hoy vino a buscarme, su rostro incierto,
y yo le rogué que no fuera mi rey.
“No estoy preparado”, le dije temblando,
“la vida aún me canta en su cruel prisión.”
Y ella respondió, su mirada llorando:
“Si no vienes tú, vendrá otro en tu son.”
La Muerte es paciente, pero nunca engañada,
y su venganza es lenta como un reloj.
Ya no soy su presa, pero sé su mirada…
camina a mi lado y no suelta el reloj.
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Autor:
Miguel Ángel Peñafiel Miranda (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 27 de mayo de 2025 a las 01:05
- Categoría: fecha-especial
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, El Hombre de la Rosa
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