Versos mudos, labios yertos

Salva Carrion

 

Versos mudos, labios yertos,

ya no canta el ruiseñor.

Se fue el bardo soñador,

dejando verbos desiertos.

 

Yace un vacío profundo

donde antes hubo palabras;

ahora tus mudas obras

llenan mi ofuscado mundo.

 

Silencio ensordecedor

donde antes fueron cantares;

callaron los olivares

de tu lírico esplendor.

 

¿Quién tejerá los ensueños?,

¿quién pintará el sentimiento?,

¿quién cantará al firmamento

con las coplas de tus sueños?

 

Poeta amigo, mi hermano;

tu silencio me desvela,

tu recuerdo me consuela

con tu espíritu cercano.

 

Tu partida deja huérfano el momento,

papel vacío de blanco lamento.

 

La armonía de tus versos,

resonará en la memoria.

Tu legado es la victoria

sobre los sinos adversos.

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Comentarios +

Comentarios6

  • EmilianoDR

    Que pena que un ruiseñor cantor, se haya marchado a otras esferas y solo quede el eco de su voz.
    Gracias amigo Salva.
    Saludos cordiales y brindemos en memoria del amigo que ha partido.
    A tu salud!

    • Salva Carrion

      Emiliano, hola.
      Gracias por tu comentario. Aclaro que no es personal. Nadie cercano se ha muerto. Solo pretendí hacer un poema de triste despedida final.
      Saludos.
      🍺🍺🍺

    • Santiago Alboherna

      q bello homenaje...

      • Salva Carrion

        Santiago, hola.
        Ahora mismo leo tu comentario.
        Como digo arriba, es solo una despedida poética de alguien anónimo.
        Gracias por leer.
        Saludos,
        🍺🍺🍺

      • Carlos Eduardo

        Oda a Federico García Lorca
        Si pudiera llorar de miedo en una casa sola, si pudiera sacarme los ojos y comérmelos, lo haría por tu voz de naranjo enlutado y por tu poesía que sale dando gritos.
        Porque por ti pintan de azul los hospitales y crecen las escuelas y los barrios marítimos, y se pueblan de plumas los ángeles heridos, y se cubren de escamas los pescados nupciales, y van volando al cielo los erizos: por ti las sastrerías con sus negras membranas se llenan de cucharas y de sangre y tragan cintas rotas, y se matan a besos, y se visten de blanco.
        Cuando vuelas vestido de durazno, cuando ríes con risa de arroz huracanado, cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes, la garganta y los dedos, me moriría por lo dulce que eres, me moriría por los lagos rojos en donde en medio del otoño vives con un corcel caído y un dios ensangrentado, me moriría por los cementerios que como cenicientos ríos pasan con agua y tumbas, de noche, entre campanas ahogadas: ríos espesos como dormitorios de soldados enfermos, que de súbito crecen hacia la muerte en ríos con números de mármol y coronas podridas, y aceites funerales: me moriría por verte de noche mirar pasar las cruces anegadas, de pie llorando, porque ante el río de la muerte lloras abandonadamente, heridamente, lloras llorando, con los ojos llenos de lágrimas, de lágrimas, de lágrimas.
        Si pudiera de noche, perdidamente solo, acumular olvido y sombra y humo sobre ferrocarriles y vapores, con un embudo negro, mordiendo las cenizas, lo haría por el árbol en que creces, por los nidos de aguas doradas que reúnes, y por la enredadera que te cubre los huesos comunicándote el secreto de la noche.
        Ciudades con olor a cebolla mojada esperan que tú pases cantando roncamente, y silenciosos barcos de esperma te persiguen, y golondrinas verdes hacen nido en tu pelo, y además caracoles y semanas, mástiles enrollados y cerezas definitivamente circulan cuando asoman tu pálida cabeza de quince ojos y tu boca de sangre sumergida.
        Si pudiera llenar de hollín las alcaldías y, sollozando, derribar relojes, sería para ver cuándo a tu casa llega el verano con los labios rotos, llegan muchas personas de traje agonizante, llegan regiones de triste esplendor, llegan arados muertos y amapolas, llegan enterradores y jinetes, llegan planetas y mapas con sangre, llegan buzos cubiertos de ceniza, llegan enmascarados arrastrando doncellas atravesadas por grandes cuchillos, llegan raíces, venas, hospitales, manantiales, hormigas, llega la noche con la cama en donde muere entre las arañas un húsar solitario, llega una rosa de odio y alfileres, llega una embarcación amarillenta, llega un día de viento con un niño, llego yo con Oliverio, Norah Vicente Aleixandre, Delia, Maruca, Malva Marina, María Luisa y Larco, la Rubia, Rafael Ugarte, Cotapos, Rafael Alberti, Carlos, Bebé, Manolo Altolaguirre, Molinari, Rosales, Concha Méndez, y otros que se me olvidan.
        Ven a que te corone, joven de la salud y de la mariposa, joven puro como un negro relámpago perpetuamente libre, y conversando entre nosotros, ahora, cuando no queda nadie entre las rocas, hablemos sencillamente como eres tú y soy yo: ¿para qué sirven los versos si no es para el rocío?
        ¿Para qué sirven los versos si no es para esa noche en que un puñal amargo nos averigua, para ese día, para ese crepúsculo, para ese rincón roto donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?
        Sobre todo de noche, de noche hay muchas estrellas, todas dentro de un río como una cinta junto a las ventanas de las casas llenas de pobres gentes.
        Alguien se les ha muerto, tal vez han perdido sus colocaciones en las oficinas, en los hospitales, en los ascensores, en las minas, sufren los seres tercamente heridos y hay propósito y llanto en todas partes: mientras las estrellas corren dentro de un río interminable hay mucho llanto en las ventanas, los umbrales están gastados por el llanto, las alcobas están mojadas por el llanto que llega en forma de ola a morder las alfombras.
        Federico, tú ves el mundo, las calles, el vinagre, las despedidas en las estaciones cuando el humo levanta sus ruedas decisivas hacia donde no hay nada sino algunas separaciones, piedras, vías férreas.
        Hay tantas gentes haciendo preguntas por todas partes.
        Hay el ciego sangriento, y el iracundo, y el desanimado, y el miserable, el árbol de las uñas, el bandolero con la envidia a cuestas.
        Así es la vida, Federico, aquí tienes las cosas que te puede ofrecer mi amistad de melancólico varón varonil.
        Ya sabes por ti mismo muchas cosas.
        Y otras irás sabiendo lentamente.

        Pablo Neruda



        Un abrazo amigo SALVA

        • Salva Carrion

          Hermoso y hermoso.
          Oda a la Generación del 27.
          Salud, maestro poeta.
          🍺🍺🍺

        • JUSTO ALDÚ

          Es un canto fúnebre donde el silencio no es olvido, sino herencia. Un homenaje sentido y solemne, donde la poesía sobrevive como testamento del alma que partió.

          Saludos

          • Salva Carrion

            Justo, hola.
            Así es.
            Aprecio tu sano comentario.
            Gracias por leer y saludos.
            🍺🍺🍺

          • Xiomiry

            Tu partida deja huérfano el momento,

            papel vacío de blanco lamento.


            Hermosos versos amigo, muy lindos, plasmas la belleza magistral de tú pluma en ellos.

            Placeme el leerte.
            Xiomiry.

            • Salva Carrion

              Xiomiry, hola.
              Cuando alguien se va de nosotros, deja un momento triste, pero alegre en el recuerdo eterno.
              Me satisface que te haya gustado.
              Saludos.
              🦋🦋🦋

            • David Arthur

              Triste pero hay hermorsura en tus letras Salva

              Saludos amigo
              David

              • Salva Carrion

                David, hola.
                Sí, algo triste. Y voluntad de recordar a ese poeta que ha veces nos deja un vacío con su ausencia.
                Gracias por leer,
                Saludos,
                🌹🌹🌹



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